viernes, 19 de agosto de 2011

Nada delante, nada detrás, nada entero

Excerpt of Paul Eluard postcards collection (circa 1930) Paris Musée de la Poste
Más de PAUL ÉLUARD

(Francia, 1895-1952)

VIVO SIEMPRE


Y me senté sin pudor sobre la ola
De ese río lejano resaltado en sol verde
Los árboles honraban la noche y las estrellas
Vi claro en la noche desnuda del todo
En la noche desnuda qué mujer
Me mostró su rostro
Se mostró desnuda del todo
Su belleza adulta era más seria
Que las leyes impías de la necesidad
Contra ella los adornos de la naturaleza
Pueriles ejercían sus arenas eternas
De hierro y de mármol y de sal
Contra ella el diamante del cielo
Se ablandaba se deslucía
Sin embargo era una belleza
De arena y de espuma y de crepúsculo
Pero era una belleza
De carne de lengua y de pupilas
Una belleza yema y resto de las estaciones
Belleza que se apagaba bajo indecisos encuentros
Yo he separado amantes que eran más feos juntos
Que separados
Para salvarlos hice cantar la soledad
Quebré sus labios al cuadrado
Hice secar pude hacer secar
Las flores sin pudor de una mentira
El estiércol fresco que lloraba
Y las auroras mal despertadas
Pero hice reír a los comediantes más amargos
Locos de desnudez demasiado vestidos
Los que hablan al lado sin calor en los ojos
Los que hablan sabiamente para envejecer cómodos
Los constructores de su prisión aceitada bien trazada
Encadenados esposados tocados con cofias
Los glóbulos azules de un mundo desteñido
Sobre el techo sus sueños estaban en el sótano
No cultivaban más que la eternidad
Mi corazón y mi ojo
Bajo el espacio intacto todo estaba helado
De dónde has tú salido imagen sin azul
Espectadora en vista
Sino de mí que apenas duermo sobre un camastro
De dónde has tú salido
Tocando la tierra de tan cerca
Que yo sigo tu paso sobre las calles
Donde tan a menudo me aburro
Donde me perderé
A pesar de las marcas que lúcido dejaba
Cuando era joven y previsor
Cuando la sombra me habitaba
Cuando no bebía más que vino transparente
Tu regida del todo por esta carne
Que es la mía al flanco del vacío
Trémula solamente
Ante la idea de evitar el mundo
Tú precaria a pesar de mi esperanza
No hay burla
No hay nada que esté falseado
Sino lo que no es la imagen sin mediodía
Que se impone la noche sobre la médula
De este río donde me he sentado
Vivo todavía y comparto
El trigo el pan de la belleza
Sin otra luz que nacer y existir
Muy baja tú muy alta en la desnudez
y del sur en un solo instante
La viña humana está entre nosotros
Es evidente que nacemos de la mujer
Y aquí está la hierba que creció en nuestra infancia
Estás enfermo o cansado
Estás loco o simplemente
Más triste que de costumbre
No tengo ganas de contestar
Si respondo temo demasiado
Tener la suerte de esos jugadores
Que juegan por nada sobre el terciopelo
De sus deseos de sus dolores
En un nido encontré los huevos
Para mi hambre para no morir
Pero más allá olvido mis sueños
Más allá me odio a muerte.

Versión: s/d
***
LA MUERTE, EL AMOR, LA VIDA...

Creí que me rompería lo inmenso lo profundo.
Con mi pena desnuda, sin contacto, sin eco,
me tendí en mi prisión de puertas vírgenes
como un muerto sensato que había sabido morir.
Un muerto coronado sólo de su nada ...
Me tendí sobre las olas absurdas del verano
absorbido por amor a la ceniza.
La soledad me pareció más viva que la sangre.

Quería desunir la vida,
quería compartir la muerte con la muerte,
entregar mi corazón vacío a la vida
borrarlo todo, que no hubiera ni vidrio ni vaho...
Nada delante, nada detrás, nada entero.
Había eliminado el hielo de las manos juntas,
había eliminado la osamenta invernal
del voto de vivir que se anula.
Tú viniste y se reanimó el fuego,
cedió la sombra el frío,
aquí abajo se llenó de estrellas
y se cubrió la tierra.
De tu carne clara me sentí ligero...
Viniste, la soledad fue vencida,
tuve una guía sobre la tierra y supe
dirigirme, me sabía sin medida,
adelantaba ganaba tierra y espacio

Iba sin fin hacia la luz ...
La vida tenía un cuerpo, la esperanza tendía sus velas
promisoria de miradas confiadas para el alba.
De la noche surgía una cascada se sueños.

Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla.
El primer rocío humedecía tu boca
deslumbrando reposo remplazaba el cansancio.
Yo amaba el amor como en mis primeros días.

Los campos están labrados las fábricas resplandecen
y el trigo hace su nido en una enorme marea,
las mieses, la vendimia, tienen muchos testigos,
nada es singular ni simple,
el mar está en los ojos del cielo o de la noche,
el bosque da a los árboles seguridad
y los muros de las casas tienen una piel común,
los caminos siempre se encuentran.

Los hombres están hechos para entenderse
para comprenderse, para amarse,
tienen hijos que serán padres de los hombres,
tienen hijos sin fuego ni lugar
que inventarán de nuevo a los hombres,
y la naturaleza y su patria
la de todos los hombres
la de todos los tiempos.

Versión de Andrés Holguín

***
EL AVE FÉNIX

Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.

Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.

De todo hay en nuestra hoguera
piñas de pino y sarmientos
y flores más fuertes que el agua...

Hay barro y rocío...

La llama bajo nuestro pie la llama nos corona.
A nuestros pies insectos pájaros hombres
van a escaparse

Los que vuelan van a posarse.

El cielo está claro, la tierra en sombra
pero el humo sube al cielo
el cielo ha perdido su fuego.

La llama quedó en la tierra.

La llama es el nimbo del corazón
y todas las ramas de la sangre
Canta nuestro mismo aire..

Disipa la niebla de nuestro invierno
hórrida y nocturna se encendió la pena,
floreció la ceniza en gozo y hermosura
volvemos la espalda al ocaso.

Todo es color de aurora.

Versión de Andrés Holguín

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char