martes, 11 de agosto de 2009

"Una guía para la acción"


ISIDORO BLAISTEN
(Concordia, Prov. de Entre Ríos, Argentina, 1933- Buenos Aires, 2004)


EL PORQUÉ DE LAS BOMBACHAS ROSAS
O DECÁLOGO DEL ESCRITOR BOMBACHISTA
O CARTA ABIERTA A UN JOVEN CUENTISTA DE SEXO


1°) En toda parte de sexo, de cualquier literatura, sexual o no, todas las bombachas deberán ser rosas. Únicamente rosas.
2°) Las bombachas verdes no inspiran confianza.
3°) Las bombachas negras dan mala impresión.
4°) Las bombachas blancas semejan mofa o burla hacia el lector.
5°) Las bombachas violetas semejan propaganda de supermercado.
6°) Bombachas índigo, tierra de siena, fucsia, ladrillo, té con leche, mostaza, rojo indio, rojo señal, rojo de cadmio, gris acerado, celeste imperio, ocre, amarillo de nápoles, tiza, bronce viejo, marfil de occidente, tierra de sombra tostado, ciclamen, borravino, pistacho, azul veronés, azul de ultramar, azul cobalto, azul brasso, azul de Prusia y todo es azul, descartadas por completo.
7°) En el relato de ficción, quien usare las bombachas deberá sufrir.
8°) Las formas de sacar la bombacha en forma sádica y brutal son infinitas y variadas. Por lo general no hay reglas fijas y todo depende de las distintas escuelas literarias:
a) Naturalista: con los dientes mientras la protagonista acaricia a dos
gatos de angora con ambas manos.
b) Realismo socialista: con una pinza pico de loro.
c) Objetivista o llamada también escuela de la mirada: el protagonista varón mirará fijamente durante catorce páginas una jofaina esmaltada mientras las bombachas van cayendo lentamente.
d) Clásica helénica: se unce el elástico a un carro de cuadriga. El auriga hace viborear el látigo y las bombachas estallan como ramos de jacintos.
e) Lenguaje coloquial: he aquí un ejemplo:
-Sacátelas, guacha.
(Ella): -Rodolfo (puede usarse otro nombre).
-Qué. ¿No te gusta? Una sacadita no más.
Rodolfo, seguía diciendo ella. Seguiste diciendo. Y me clavabas. Le clavabas. Las uñas. Las uñas. Las uñas.
f) Literatura de la tilde, llamada también del guión grande o designada con la locución familiar “de la rayita”: sobre el de-curso del cuerpo textual se es-curre la bombacha. Con-fusión de géneros. La escritura desanda y re-vela. ¿Vela o re-vela? Cuerpo des-velado, de-velado. ¿Cubre o des-cubre? Re-cae la culpa y cae la bombacha. Él no ceja. Él persevera. Je persévère. Je père sévère. Ne me quettez pas. Quitátela. Cae. Re-cae. La. Bomb-acha.
Debes ser muy preciso e indicar con absoluta precisión meridiana el lugar donde quedarán las bombachas una vez sacadas por cualquiera de los métodos ya especificados.
Los mejores lugares de tu preferencia serán:
a) Enroscadas en forma de sierpe alrededor de una pata de mesa veneciana del siglo dieciséis.
b) Al volar por el aire han quedado colgadas de un ángulo de un grabado de Piranesi que representa el pontón de Castel Sant’Angelo.
c) Han quedado desmayadas en forma de caléndula aterida junto al portarretrato que tiene una foto que representa a la hija (no importa de quién).
d) Es obvio indicar que cada tipo de literatura que se emplee usará la forma literaria de dejar caída la bombacha que le resultare más proclive. Verbigracia, para el tipo de literatura colonial los lugares podrían ser:
a-1) El álbum pisoteado de las fotos de casamiento (no importa de quién).
a-2) Papel de estraza todo engrasado y asqueroso con restos de salame o bondiola. Nunca leberwurst, cima rellena, jamón del diablo, jamón tiernizado y/o serrano ni menos todavía áspic de pavita aun cuando venga precedido de la connotación “cortado en fetas”.
a-3) La cama (mejor que cama, jergón, si fuera posible) deberá rechinar estrepitosamente. Acá Rodolfo puede tener un pensamiento interior o un fluir de la conciencia entre paréntesis y/o corchetes (nunca asteriscos): “La muerte. Guacha. Sos la muerte. La fábrica. Rodolfo. Rodolfo. Rodolfo. Tiene ruido a muerte. Rodolfo. Guacha. Fábrica. Rodolfo. Puta”.
a-4) El joven escritor sexual bombachista deberá estar alertado contra un peligro muy común de confundir el empleo de la técnica mixta con la mezcla de las escuelas literarias. Veamos un ejemplo:
Se incendia la Villa Miseria. Los amantes quedan carbonizados pero la bombacha se salva porque ha quedado aprisionada entre dos chapas de cinc canaleta. En ningún caso el joven escritor de sexo hará pronunciar al teniente de bomberos estas palabras mientras rescata la bombacha: “En Flandes se ha puesto el sol”.
He notado que muchos jóvenes en su afán efectista de sorprender al lector de sexo no paran mientes y atentan contra la pureza del estilo, inconsiderando que esta tesitura puede crear una generación de jóvenes sexuales desmañados, sin rigor, que caen en lo chabacano y corren el albur de que su literatura sexual muera con ellos.
Hace un mes, recibí una carta de un joven escritor del condado de Yorkshire. Su literatura sexual estaba encuadrada dentro del pragmatismo clásico helénico, no obstante lo cual no titubea en describir con caracteres rúnicos la bombacha rosa tiziano de la protagonista.
He aquí todo, joven cuentista. En la soledad recoleta de tu gabinete, trabaja, trabaja y trabaja. Si lo que acá se ha dicho te ha servido para el rigor, mi misión está cumplida. Pero tenlo presente: estas líneas no son un dogma sino una guía para la acción.

(De EL MAGO, publicado originariamente en 1974, reescrito (con nuevos textos agregados), fue reeditado, en 1991, por Emecé. Bs.As., Argentina)
Tomado de http://www.autoresdeconcordia.com.ar

4 comentarios:

Marcelo dijo...

Gracias, Irene. Fue ardua la selección de los textos del gran Isidoro. Un abrazo.

Irene Gruss dijo...

Sí, ardua pero enriquecdora. Gracias por el esfuerzo; Ike lo saluda desde arriba, Irene

Giovanni-Collazos dijo...

Joder! Qué grande es Isidoro.

Gracias por poner este texto, es muy inspirador.

Abrazos.

Gio.

Irene Gruss dijo...

Ojalá lo inspire, y gracias por pasar, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char