jueves, 12 de marzo de 2009

El alcohol desembriaga


Extractos mínimos de Fuegos,
de
MARGUERITE YOURCENAR
(Bélgica, 1903-EE.UU., 1987)


* El alcohol desembriaga. Después de beber unos sorbitos de coñac, ya no pienso en ti.

* Casandra aullaba sobre las murallas, dedicada al horrible trabajo de dar a luz al porvenir.

* No hay amor desgraciado: no se posee sino lo que no se posee. No hay amor feliz: lo que se posee ya no se posee.

* ¿A dónde huir? Tú llenas el mundo. No puedo huir más que en ti.

* No me importa cuál sea el paso en falso que te haga caer sobre mi cuerpo.

* La indiferencia es tuerta; el odio es ciego; ambos tropiezan uno al lado del otro y caen a la fosa del desprecio. La indiferencia ignora; el amor sabe; deletrea la carne. Hay que gozar de un ser para tener ocasión de contemplarlo desnudo.

* Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador del carnicero. Yo prefiero tu cuerpo.

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Selección extraída de: Yourcenar, Marguerite: Fuegos, Editorial Punto de Lectura, Bs.As.

Crédito foto: Gustavo Rodríguez

3 comentarios:

hugo luna dijo...

esa señora... ah... esa señora... hermoso...

Irene Gruss dijo...

Esa señora era una señorita. Gracias, Irene

gRACIELA dijo...

Hola Irene, buen inicio y persistencia en el año¡¡¡
Siempre recuerdo de Yourcenar el final de Alexis o el tratado del inútil combate, un personaje le dice a ella: -Te pido perdón no por irme, sino por haberme quedado demasiado.Graciela de frías.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char