Algo más de ENRIQUE BUTTI
(Santa Fe, Argentina, 1949)
Caperucita Roja despide los despojos del Lobo Feroz
Rerum annihilatio
Hobbes
Nunca nunca me resignaré
Madre Lobo
al Paraíso Perdido de tu vientre
abuelita y yo
en tu seno generoso
Madre Lobo
te entregaste a
flores y mieles
para alimentarnos
la cofia y el camisón de abuelita
ya no los usabas por astucia
sino por felicidad
de encinto
tejías, te preparabas tisanas,
te hamacabas mirando el atardecer
te arrebujabas
junto al fuego.
Oh, tirano, quédate un poco quieto
te ordenábamos
abuelita y yo
entre risitas.
Abrazadas
hablábamos como siamesas.
Madre Lobo
que empollabas
la representación de nuestro mundo
fantasma de la oscuridad,
nuestra filosofía de la caverna.
Tirano, no creas a tus ojos
sino al doble seso
de tu estómago.
Dábamos pataditas,
te oíamos gruñir
dulcemente.
El lobo es la mujer
de las mujeres,
te complacía escucharnos
sentenciar.
Tirano,
lo despertábamos en medio de la noche.
¡Tirano!,
le tirábamos palabras
y él se adormecía al arrullo
de nuestro ronroneo.
Después, ya se sabe,
vino el estúpido leñador
mató a mamá lobo
y nos dejó otra vez
a la intemperie.
La primera palada
de tierra
que echaron sobre la fosa
entró en tu pecho
despanzurrado
Lobo Pachamama.
Abuelita ya no quiso vivir.
Yo voy por el mundo
sola como un perro
alejándome por los campos
para aullar a la luna
¿Lobo está?
escarbando en tu tumba
que está en todas partes.
Editorial CILC (Casi Incendio La Casa)
***
Al padre, en el Hades
Vengo a desdecir mis maldiciones
y pedirte
que te bajes de mis hombros.
Vengo para alejarme de ti.
Padre, tu bendición.
***
Mal iluminado
Ya sé que soy injusto
como esta fotografía
que eligió tu peor ángulo
que te cava dos pozos en los ojos
que transforma tu sonrisa
en la mueca de un muerto
que te arranca tres dedos de una mano
y te mancha el pecho de lepra.
Busco otro encuadre
no quiero ser injusto
busco otras luces.
Y es siempre para peor,
amigo.
Es hora de que las sombras nos separen.
***
La sombra de Dante
Hincadas en la lava o en el hielo
desgarradas gritando están las almas,
o bailan como estrellas en el Cielo,
perdidas en la luz, dichosas, calmas.
Entre ellas, Dante, que aún es instrumento
del destino, deseos y los días
se enfurece, odia, arremete al viento,
llora hasta encontrar las culpas vacías.
Su cuerpo hunde la barca de Caronte
que está hecha de niebla, e impera a sus pies
la solitaria sombra como un monte.
Así entre espectros en la selva oscura
reptamos como monstruos solos; ése es
el propio y arduo camino a la altura.
***
Mejor no
¿Me equivoco
o como dicen los chicos
hay buena onda entre nosotros?
La podrían medir los sismógrafos,
las agujas golpeando y coceando contra el tope.
Cada cruce de miradas
despierta a los antiguos dioses
y a los antiguos monstruos;
se sacuden Poseidón, Vulcano
en las entrañas de la tierra,
y los sátiros festejan
almuerzos campestres
en cada cruce de miradas.
Ni quiero pensar
-pero los sueños se encargan
de figurárselo-
lo que sucedería
si nuestros cuerpos se rozacen:
en un radio de tantos kilómetros a la redonda
empezarían a sonar todos los teléfonos celulares,
explotarían las alarmas,
saltarían en fuegos de artificio
las centrales eléctricas,
y de las pantallas
de televisores y computadoras
se escaparían
bandadas de cardenales
y chillidos de soprano
más potentes que
las alarmas de bombardeo y los timbres.
Está bien,
no contribuyamos al caos general;
quedémonos en el molde.
***
Foto: Diario La Capital
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
5 comentarios:
Impresionante "Al padre, en el Hades"
"Vengo a desdecir mis maldiciones
y pedirte
que te bajes de mis hombros.
Vengo para alejarme de ti.
Padre, tu bendición."
Gracias, Irene, como tantas veces.
Ésta, además, porque no lo conocía.
Gracias a vos, Patricia; Irene
capo dei capi. Butti es un graaan escritor. y recita como nadie, un placer lo que colgaste Irena. Beso. J.
¡Y encima gran, gran persona, lo quiero molto! Gracias, Irene
Es genial este lugar, mis felicitaciones por el blog. Enrique es un gran escritor.
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