FABIAN O. IRIARTE
(Laprida, Buenos Aires, Argentina, 1963. Actualmente reside en la ciudad de Mar del Plata, íd.)
si no tengo mi voz
entonces todos hieren todos creen tener
ese derecho todos tienen una
buena excusa
la sílaba se fuga y la piedra rompe
pero uno permanece irreparable
y no era la intención el daño
el dulce daño la inquietud del rosal no
no era la desolación la ternura la tala
no no no / no / era
ni tampoco decir heme aquí me doy
a vuestro juicio a vuestro justo
castigo no era la intención pero uno
permanece
***
gritar lobo y aparecer los perros
jacobo era un árbol y en sus ojos la mañana
podía llegar a enloquecer muy fácilmente
el paisaje de repente ponerse / a cantar en latín
como si nada / y el pozo turbulento de la imaginación
empezar a revolverse / el cieno intranquilo
un veneno de círculos concéntricos
jacobo era como mucha luz / como gracia dispersa
y el horror tenía dos brazos y dos piernas
y se parecía a un hombre normal vestido
de blanco / como los monstruos del libro de viajes
de sir john mandeville
él no estaba vestido y su cuerpo era llano como pampa
(cómo a veces los cuerpos se parecen) (uno
piensa) (cómo a veces los muertos se parecen)
***
dicen que cantan con una furia tan perfecta
(monique wittig, les guerrillères)
canta y canta porque pertenece a esa raza donde nunca
cesan de luchar con lo que venga y a veces lo que
viene es la voz solamente la música solamente canta y
canta porque estaba escondido tanto tiempo pero
guardaba tesoros diamantes que fueron antes
primaveras prohibidas en sus esquinas —en todas—
sus rincones es de los que cantan a las puertas del cielo
de esos de los que se dice que cantan (fin) con una
furia tan perfecta
***
representa a veces una victoria sobre tendencias totalmente contrarias
(marguerite yourcenar)
hay personas que no se animan a decir "yo" / entonces eligen
una taza de porcelana / una manzana / un ave del paraíso
un candelabro / temen el desorden del verano
esa quietud interior es terrible temeraria / detiene
lo que sucede / disimula las heridas entretiempo
¿sobriedad en el artista? / qué mentiras
mirá mirá su soledad frente a la página blanca
el bambú o la piedra / la obscena tela sin mancha
la forma que no hay / la distancia que no quiere recorrer
ni tener frente a sí / mismo
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
2 comentarios:
¡Qué bueno, Irena! no lo conocía, qué bueno. Julián.
¿Ha visto qué bueno? Gracias por andar por aquí, Irene
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