martes, 3 de marzo de 2009

El bosque se agita, no se ve una bestia


Algunos poemas de DJUNA BARNES
(EE.UU., 1892 - 1982)

Transfiguración

El profeta cava con manos de hierro
En las inestables arenas del desierto.

El insecto vuelve a su larva;
Retorna a semilla la rosa trepadora.

Como humo hasta la vacía garganta de Moisés,
Irrumpen todas las palabras que dijo.

El cuchillo de Caín retira la estocada;
Abel se levanta del polvo.

Pilatos no puede encontrar su lengua;
Desnudo está el árbol del que Judas colgó.

Lucifer clama desde la tierra;
Cristo cae a su muerte.

A Adán vuelve la fastidiosa costilla;
Una criatura solloza en su flanco.

La extensión del Edén es espesa y verde;
El bosque se agita, no se ve una bestia.

Desencadenado, el sol, con rabiosa sed,
Alimenta al último día con el primero.

(Surrealist Poetry in English, 1978)


[Transfiguration
The prophet digs with iron hands/ Into the shifting desert sands.
The insect back to larva goes;/ Struck to seed the climbing rose.
To Moses’ empty gorge, like smoke/ Rush inward all the words he spoke.
The knife of Cain lifts from the thrust;/ Abel rises from the dust.
Pilate cannot find his tongue;/ Bare the tree where Judas hung.
Lucifer roars up from earth;/ Down falls Christ into his death.
To Adam back the rib is plied,/ A creature weeps within his side.
Eden’s reach is thick and green; The forest blows, no beast is seen.
The unchained sun, in raging thirst,/ Feeds the last day to the first.]


Verso

Si alguien pregunta «¿cómo es enamorarse
De una que no puedes desechar, al ser ella más joven?»
Cómo debería ser, contestamos, quién puede probar que
La caída del diente de leche en la lengua,/
Es ya suficiente otoño en la boca.

(¿Los jóvenes?)

(De Poemas inéditos de Patchin Place, 1940-1982))


[Verse
Should any ask «what it is to be in love/ With one you cannot slough, she being young?»/ What should it be, we answer, who can prove/ The falling of the milk-tooth on the tongue,/ Is autumn in the mouth enough.
(¿The young?)]



Ocaso de lo ilícito

Tú, con tus largas y vacías ubres
Y tu calma,
Tu ropa blanca manchada y tus
Fláccidos brazos.
Con dedos saciados arrastrándose
En tus palmas.

Tus rodillas muy separadas como
Pesadas esferas;
Con discos sobre tus ojos como
Cáscaras de lágrimas,
Y grandes lívidos aros de oro
Atrapados en tus orejas.

Tu pelo teñido cardado a mano
Alrededor de tu cabeza.
Labios, mucho tiempo alargados por sabias palabras
Nunca dichas.
Y en tu vivir todas las muecas
De los muertos.

Te vemos sentada al sol
Dormida;
Con los más dulces dones que tenías
Y no has conservado,
Nos afligimos de que los altares de
Tu vicio reposen profundos.

Tú, el polvo del ocaso de
Un amanecer húmedo de fuego;
Tú la gran madre de
La cría ilícita;
Mientras las otras se encogen en virtud
Tú has dado a luz.

Te veremos mirando al sol
Unos cuantos años más;
Con discos sobre tus ojos como
Cáscaras de lágrimas;
Y grandes lívidos aros de oro
Atrapados en tus orejas.

(DE El libro de las mujeres repulsivas, 1915)


[Twilight of the Illicit
You, with your long black udders/ And your calms,/ Your spotted linen and your/ Slack’ning arms./ With satiated fingers dragging/ at your palms.
Your knees set far apart like/ Heavy spheres;/ With discs upon your eyes like/ Husks of tears;/And great ghastly loops of gold/ Snared in your ears.
Your dying hair hand-beaten/ ‘Round your head./ Lips, long lengthened by wise words/ Unsaid./ And in your living all grimaces/ Of the dead.
One sees you sitting in the sun/ Asleep;/ With the sweeter gifts you had/ And didn’t keep,/ One grieves that the altars of/ Your vice lie deep.
You, the twilight powder of/ A fire-wet down;/ You, the massive mother of/ Illicit spawn;/ While the others shrink in virtue/ You have borne.
We’ll see you staring in the sun/ A few more years,/ With discs upon your eyes like/ Husks of tears;/ And great ghastly loops of gold/ Snared in your ears.]


El lamento de las mujeres

I

¡Ay, Dios mío!

¡Ay, Dios mío, qué es lo que amamos!
¿Esta carne puesta en nosotros como un guante arrugado?
Huesos tomados deprisa de alguna lujuriosa cama,
Y por ímpetu, el empujón del diablo.

Qué es lo que besamos con prisa,
Esta boca que busca la nuestra, o aún más ese
Pequeño ojo lastimoso en la engañada cabeza,
Como si lamentara aquello que a nosotros nos falta.

Este pálido, este más que anhelante oído atento
Que oye de la lastimosa boca el suave lamento,
Para marcar la silenciosa y la angustiada caída
De aún otra caliente y deformada lágrima.

Brazos cortos y magullados pies muy separados
Para caminar eternamente con nosotros desde la salida.
¿Ay Dios, es esta la razón que amamos
-No son tales cosas golpes mortales al corazón?

(The Little Review, 1918)

[Ah my God!
Ah my God, what is it that we love!/ This flesh laid on un like a wrinkled glove?/ Bones caught in haste from out some lustful bed,/ And for momentum, this a devil’s shove.
What is it that hurriedly we kiss,/ This mouth that seeks our own, or still more this/ Small sorry eye within the cheated head,/ As if it mourned the something that we miss.
This pale, this over eager listening ear/ The wretched mouth its soft lament to hear,/ To mark the noiseless and the anguished fall/ Of still one other warm misshapen tear.
Short arms, and bruised feet long set apart/ To walk with us forever from the start./ Ah God, is this the reason that we love/ Because such things are death blows to the heart?]

De Poemas inéditos de Patchin Place, 1940-1982))


A una de otro humor

¿Oh amada querida, debería dejar
De mirarte, siempre con ojos húmedos,
Y quejumbrosos besos de estos labios donde yace
Más miel que en tus áloes? ¿Debería romper
Aún más oscuras hierbas, y suspirando no perder de vista
Con fingida lamentación y gritos temerosos,
Rodeándote lentamente con blasfemias
Porque estaría bailando? No, me falta
La necesaria torpe salmodia de la desesperación.
No resuena en mí tu sombrío humor,
No está en mi corazón. Ni en ningún lugar
Dentro de mi carne, la misma carne que enamoraste.
¿Entonces para qué aflojar mi trenzado pelo
Ocultando mis ojos, y pretender que cavilo?

(Vanity Fair, 1923)


[To One In Another Mood
O dear beloved, shall I not go back/ From gazing you always with wet eyes,/ And mournful kisses from these lips where lies/ More honey than your aloes? Must I crack/ Still darker herbs, and sighing keep the track/ With feigned lamenting and with fearful cries,/ Slow twining you about with blasphemies/ Because I would be dancing? Nay, I lack/ The needed dull intoning of despair./ Nor in me echoes your too sombre mood,/ Nor is it in my heart. Nor anywhere/ Within my flesh the very flesh you wooed./ Then wherefore shall I loose my braided hair/ Hiding my eyes, pretending that I brood?]




© Estos poemas de Djuna Barnes están extraídos de Poesía reunida 1911-1982 (Igitur/Poesía nº 23, 2004), prólogo de Phillip Herring; selección, epílogo y notas de Osías Stutman; traducción de Osías Stutman y Rosa Lentini.© Tomado de www.barcelonareview.com

2 comentarios:

jqn valenzuela dijo...

hace unos días me puse a releer, así, a la que te criaste, el guión de la flor de mi secreto de almodovar, allí un personaje , supongo que el de marisa paredes, no recuerdo bien, lee o cita a djuna barnes y andaba con ganas de leer algo de ella. justo lo encuentro acá en tu blog. se agradece este desayuno. dejo mi saludo y agrego link para volver.

Irene Gruss dijo...

Si querés almorzar rico, agarrá "El bosque de la noche", una novela extraordinaria. Gracias, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char