domingo, 19 de febrero de 2012

Delante, una bandera roja / golpeándoles los ojos


ALEKSANDR BLOK
 (Rusia, 1880-1921)

"Sólo paz y libertad son indispensables para el poeta, porque también le pueden quitar esa paz y esa libertad; y no la libertad común, sino la libertad creadora, la libertad secreta. El poeta se muere cuando comienza a faltarle el aire libre para respirar, porque la vida pierde sentido. Los amables burócratas que observan con indiferencia el dolor del poeta que busca la armonía del alma y del corazón, esa gente merece que se la llame chusma. Y cuídense de no merecer otro apodo."
Fuente: epdlp.com
***
De Diarios
17 de diciembre de 1918
a V. MAIAKOVKY

¡No es así, tovarish!
No menos que usted, odio El Palacio de Invierno y los museos. Pero la destrucción es tan antigua como la construcción, e igual de tradicional. Destruyendo lo que odiamos, nos entristecemos y bostezamos como cuando observábamos la construcción. El diente de la historia es mucho más venenoso de lo que usted cree, la maldición del tiempo es inevitable.
El grito — todavía es un grito de dolor, y no de alegría. Destruyendo, seguimos siendo los esclavos del viejo mundo: quebrantar las tradiciones — es una tradición. Pero sobre nosotros hay una maldición mayor: no podemos dormir, no podemos comer.
Unos construirán, otros destruirán,  cada cual tendrá «su tiempo bajo el sol», pero todos serán esclavos mientras no aparezca lo tercero, diferente en igual medida a la construcción  y a la destrucción.

© Traducción de Natalia Litvinova
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GAYAMUN, AVE PROFETICA
(Cuadro de Vasnezov)

Sobre las superficies planas de las aguas infinitas,
Por la puesta del sol vestidas de púrpura
Ella profetiza y canta
Sin fuerzas ya para levantar sus alas turbadas...
Profetiza el yugo de los bárbaros feroces,
Una serie de ejecuciones sangrientas,
El terremoto, el hambre y el fuego,
La fuerza de los malvados y la muerte de los justos...
Abarcada del terror eterno
Arde con el amor su faz hermosa,
Pero en la verdad profética suenan
Los labios secos, sangrientos.

1899, traducción de Nina Bulgákova y de Samuel Feijóo
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CORREN LAS INCIERTAS...
A. S. Soloviov

Corren las inciertas sombras del día.
Es alta y clara la llamada de las campanas.
Se alumbran los peldaños de la iglesia.
Su piedra está viva, espera tus pasos.

Por aquí pasarás, tocarás la piedra fría,
Vestida con la santidad terrible de los siglos.
Y quizás, dejarás caer una flor de primavera,
Aquí, en esta oscuridad, al lado de imágenes severas.

Crecen, indistintas, las sombras rosadas,
Es alta y clara la llamada de las campanas;
Descansa la oscuridad sobre los peldaños viejos...
Estoy iluminado; espero tus pasos.

1902, traducción de Nina Bulgákova y de Samuel Feijóo
***
1

Tarde oscura.
Nieve blanca.
¡Hace viento, mucho viento!
Nadie se sostiene en pie.
¡Viento, viento!
¡Sobre todo el santo mundo!

El viento riza
La nieve blanca.
Bajo la nieve –el hielo.
Resbaladizo. ¡Qué penoso!
Resbalan todos –
¡Ah, pobrecitos!

De un edificio a otro
Una cuerda tendida.
En la cuerda, un cartel:
«¡Todo el poder a la Asamblea Constituyente!»
Una pobre vieja se lamenta y llora,
No comprende qué quiere esto decir –
¿Por qué ese cartel?
¿Ese tremendo lienzo?
¡Cuántas calcetas salen de allí para los niños!
Hay tantos que van con poca ropa y descalzos…

La vieja, como una gallina,
Salta apenas un montón de nieve.
–¡Oh! ¡Madre Santa, Patrona!
–¡Oh! ¡Los bolcheviques me echarán a la tumba!

¡El viento muerde!
¡No para el hielo!
Y el burgués en la encrucijada
Esconde la nariz en las solapas.

¿Y este de pelo largo? –¿Quién es?
Murmura algo entre dientes:
–¡Traidores!
–¡La perdición de Rusia!
Debe ser un escritor –
Un charlatán…

Y aquí hay otro, en sotana,
Que pasa furtivo en la nevazón…
¿No estás contento estos días,
Camarada pope?

¿Te acuerdas como antes ibas
Con la panza adelante,
Y que con la cruz esa panza
al pueblo lanzaba rayos?..

Y aquí va una señorita en piel de astracán,
Va apretujándose a otra dama:
–Cuánto hemos llorado, llorado…
La señorita resbala,
Y –¡plaf!– ¡tiradita en el suelo!

¡Ay, ay!
¡Tira, levántala!

El viento está dichoso.
Malo y contento.
Enrosca los faldones,
Doblega a los que pasan.
Arranca, desgarra y se lleva
El grandísimo cartel:
«¡Todo el poder a la Asamblea Constituyente!..»
El viento trae unas palabras:

También nosotros tuvimos una asamblea…
Aquí en este edificio…
Debatimos –
Resolvimos:
Por una hora –diez rublos, una noche– venticinco…
Y no aceptar menos de nadie
Vámonos a dormir…

Tarde en la noche.
La calle está desierta.
Solo un vagabundo
Que camina encorvado,
Y el viento silba…

¡Ey! ¡Tú, el pobre!
Acércate –
Abracémonos…

¡Pan!
¿Y luego qué?
¡Largo!

Cielo negro, muy negro.

Rencor, un triste rencor
Hierve en el pecho…
Negro rencor, santo rencor…

¡Camarada! ¡Mantén tus ojos
Bien abiertos!

1918. Traducción del ruso de Miguel Muñoz Herrera
***
11

…Y sin el santo nombre que los proteja,
Los doce continúan andando.
Preparados para todo,
Sin nada que lamentar…

Sus pequeños fusiles de acero
Apuntados al enemigo invisible…
Por los callejones desiertos
Donde sola la nevazón revolotea…
Y los suaves montones de nieve
Te agarran la bota y no la quieren soltar…

Delante, una bandera roja
Golpeándoles los ojos.

Resuena
Su paso mesurado.

Ya despertará
El feroz enemigo…

Y la nieve salpica sus ojos
Días y noches
Sin parar…

¡Adelante! ¡Adelante!
¡Pueblo trabajador!

1918. Traducción del ruso de Miguel Muñoz Herrera
***
La bruma nocturna

La bruma nocturna me sorprendió en el camino.
Tras la espesura la luna lanzó su mirada.
El caballo fatigado daba inquietos golpes con las pezuñas;
tranquilo de día, extrañaba la noche.
Sombrío, inmóvil, soñoliento,
el conocido bosque me aterraba
y hacia el claro plateado por la luna
dirigí el paso del caballo resoplante.
Se extiende en la lejanía la neblina del pantano,
pero de plata fulgura la iglesia de la colina.
Y detrás de la colina del bosquecillo del valle,
en la oscuridad se oculta mi casa.
El caballo fatigado acelera el paso hacia su destino.
Centellean las luces de un pueblo extraño.
A la orilla del camino prenden en rojo
las hogueras de los pastores, como faros.

Versión de Clara Janés
**
Imagen: tomada de imbratisare.blogspot.com

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char