sábado, 28 de agosto de 2010

Y yo aquí sentado, quieto

Dos poemas de JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ

(Tucumán, Argentina, 1932-2007)

GALLO

Remachado de soles,
la tumultuosa cresta
festoneada
sobre el ojo redondo que se agranda:
gota de miel sobresaltada,
el gallo, en la mañana,
con espadas con plumas y con llamas,
sube a la rama del naranjo y canta.
(Toda la luz de fiesta en su garganta.)
***
MI SER

La brisa viaja y sopla
Y los árboles se mueven y se agitan
Y yo aquí sentado, quieto

La lluvia cae y moja
Y el cielo azul se desahoga
Y yo aquí sentado, quieto

El sol quema y marchita
Marcado queda todo lo que toca
Y mi corazón aquí engañado, ciego

El mundo da vueltas y se mueve
Mientras aquí sentado estoy, quieto
Sin sentir el mas mínimo temblor
Que produce mi corazón

Tal vez la luna sabrá
Porque solo en las noches está
Y sus puntos negros
Se refieren a lo que yo siento
Y yo aquí sentado, quieto.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char