domingo, 2 de enero de 2011

Posadas no son residencias

Dos poemas de MARIANNE MOORE
(EE.UU., Kirkwood, Missouri, 1887-Nueva York, 1972)

Versiones: Jorge Aulicino


Silencio

Mi padre acostumbraba decir
"La gente superior jamás hace largas visitas,
hay que mostrar la tumba de Longfellow
o las flores de vidrio en Harvard.
Autosuficiente como el gato
–toma su presa en la intimidad,
la mustia cola del ratón, colgante como un cordón de su boca–
disfruta a veces de la soledad
y puede ser privada del habla
por la palabra que la ha deleitado.
El sentimiento más profundo se muestra siempre en silencio;
no en silencio, sino contenido".
Tampoco era insincero al decir: "Haga de mi casa su posada".
Posadas no son residencias.
***
A una aplanadora

La ilustración
no es nada para ti sin la aplicación.
Te falta la mitad del sentido. Aplastas todas las partículas
en apretada conformidad, y vas y vienes sobre ellas.

Las centelleantes astillas de piedra
son aplastadas hasta el nivel del bloque original.
Si no fuera "el juicio impersonal en materia
estética una imposibilidad metafísica", tú

podrías limpiamente alcanzarlo.
En cuanto a las mariposas, apenas concibo
la atención de una sobre ti, pero interrogar
la congruencia del complemento es vano, si es que existe.
**

1 comentario:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


COMPARTIENDO ILUSION
IRENE

CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE : OS DESEO UNAS FIESTAS ENTRAÑABLES 2010- Y FELIZ AÑO 2011 CON TODO MI CORAZON….


ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.

José
Ramón...

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char