jueves, 27 de mayo de 2010

“For you” le dijo ella al guitarrista


ELBA SERAFINI
(San Martín, Buenos Aires, s/d)


Oruga o mariposa
te quedás adentro o afuera.

Afuera está el mal, me advirtieron
pero no les hice caso
y desplegué las alas más buscadas
por los coleccionistas.

***
En la noche los hombres cantan

y el humo espeso rodea a los presentes.
Cautivado alguien tropieza conmigo
y al disculparse
intento convencerlo
de que no estoy.

Perseguida por la idea
de no habitar un cuerpo,
busco la manera de respirar
sin ser vista.
***
Estoy semidormida
mi boca entreabierta murmura
algo inteligible, sin embargo
mantiene cierta coherencia
con el entorno.
Parece que voy a despertar,
casi siempre parece
que va a ser fácil
despertar,
un sonido desmesurado
o el aire que mueve las cortinas
y una hilación imaginaria
se esfumaría para siempre.

“For you” le dijo ella al guitarrista
secándose una lágrima
al terminar de jazzear
una canción de amor.

El ruido de los autos
un grito lejano
y la calma ensombrecedora.

For you, repito para soñarlo,
y así detener por esta noche
el desvelo.

***
Cuando mi hijo nació
yo tenía la misma edad de mi madre
al tenerme a mí.
Otra madre en otro auto
condujo por la avenida solitaria.
Esa noche fue la última
de un calor prolongado,
la primera de un sonido
incomprensible.
Un niño duerme donde otro
lo precedió.
¿Ahora es pasado?
Por un instante,
sólo por un instante.

3 comentarios:

Maria Taurizano dijo...

Elba Serafini, nombre para recordar. Gracias. Muy bueno.

elba dijo...

Irene: un honor estar en tu blog, gracias!
Elba.

Irene Gruss dijo...

María y Elba, gracias a ustedes. Un abrazo, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char