lunes, 26 de diciembre de 2011

El sol sudamericano me hace arder la piel

TRES POETAS CHINOS CONTEMPORÁNEOS

Yang Jian
(Maanshan, China, 1967)

Templo de Zhen Shan

¡Qué distendido parece el banano!
Un perro ladra, mordiendo sus propias pulgas,
y cansado de ladrar más tarde se tira a dormir.

Una chica da vuelta las hojas de loto,
mientras su hermano va con un balde hacia la huerta;
todo alrededor, montañas montañas
como el hábito abierto de un monje.

Unos campesinos cavan en el campo de ajo,
y la luz penetra en la tierra:
así es cómo los muertos obtienen la felicidad.

El barro extraído del fondo del estanque
se apila junto al borde:
vivimos en una época llena de revelaciones.
***
Xiao Kaiyu
(Sichuan, China, 1960)

Cuervo

Un día, en una clase de primaria,
aprendí este ideograma.
Ese misma tarde vi sus alas negras
recortarse contra el cielo
como un paraguas cayendo en círculos
sobre mi cuerpo y el de mi hermana.
Ah, mi hermana: desde el nogal del patio
se dirigió vacilando hacia su cuarto,
entró en la boca negra de un cuervo.
Más tarde en otro país, entre edificios abandonados
en la pared de mi corazón sentí otra vez al cuervo
volar como un presentimiento de muerte,
como nubes negras, y pensé en mi hermana.
Ella se había casado con un hombre común
y en la breve y única calle del pueblo
atendía un pequeño almacén.
***
Song Lin
(Xiamen, China, 1958. Vivió tres años en Buenos Aires, en 2001; actualmente reside en Beijing)


Barrio chino

Una vez al mes me dirijo en tren hacia Belgrano,
a donde está mi patria sola entre dos calles.
Sentado sobre un banco en el andén
miro los peatones a ambos lados de los rieles,
tras las rejas,
mientras espero que llegue el tren que viene del Tigre.
El sol sudamericano me hace arder la piel.
La virgen dentro del altar se ve pálida,
ojos caídos, expresión neutra: ni buena ni mala.
El reloj averiado marca como siempre las 8.45,
advirtiéndome una vez más
que el futuro es la terminal de algo:
una mala noticia que ya está en camino;
una nieve que tapa todo, que cubre todo;
un error del que no dejamos nunca de arrepentirnos...
La puerta del vagón se abre y siento una satisfacción indecible,
porque una vez por mes
Belgrano ocupa de nuevo el lugar de mi patria
trayéndome su pereza, su bondad y su embrujo;
y una vez más vuelvo con mi bolsa pesada,
llena de arroz, salsa de poroto, cebolla y zanahoria.


De Un país mental, 100 poemas chinos contemporáneos (Ediciones Gog y Magog). Traducción y selección de Miguel Angel Petrecca, Buenos Aires, 2011
***
Muy recomendables: la entrevista de Osvaldo Aguirre a Miguel Ängel Petrecca en La Capital de Rosario, Santa Fe, aquí y la de Mercedes Halfon en Radar, Página /12, aquí

2 comentarios:

hugo luna dijo...

pufff... me cacho... yo quiero ser chino y no co chino y escribir asiiii

Irene Gruss dijo...

juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char