MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI
(Caprese, Italia, 1475–Roma, íd., 1564)
Como la médula en su envoltorio, estoy aislado, pobre, solitario, espíritu de vino en la botella (alcohol etílico, alcohol ordinario). Mi residencia sepulcral impide la expansión de mi pensamiento, las arañas y sus hermanas tejen sus mil telas grises. Quienes han comido o bebido se alivian ante mi puerta. Aprendo a distinguir el olor de los orines en las calles, la fetidez de los locos que deambulan de noche, de los gatos, de la carroña; bacinilla o barriles, el que vacía algo de este tipo viene de seguro hasta aquí. Es verdad que mi alma tiene ventaja ante mi cuerpo, pues si también ella sintiera todo eso, no conservaría nada, ni pan, ni queso. La tos y el frío me sacuden, estoy exhausto, desgarrado, quebrado por todos mis trabajos, y han desaparecido los lugares donde antaño comía. Mi amiga es la Melancolía; mi descanso, mis tormentos. La llama de amor se ha extinguido, el alma está ajada. Parloteo como una avispa en una botella. Soy una alforja llena de huesos y tendones, y tengo piedras en el vientre. Mis ojos están opacos y enfermos, mis dientes se mueven cuando hablo. Mi cara es una imagen del espanto. En uno de mis oídos habita una araña; en el otro, una cantárida, cuyos movimientos me vedan el sueño. El amor, las Musas, las grutas floridas, todo ha naufragado en el fango. ¿De qué sirve haber hecho tantas "muñecas", si uno termina como aquel que quiso atravesar el océano y se hundió en una ciénaga? El arte tan celebrado cuyos secretos conocía me ha conducido a este extremo. Viejo, pobre, dependiente de otros, me descompondré si no muero pronto.
[Se trata de uno de los Tercetos de Miguel Ángel Buonarroti, citado por Roland Barthes en Lo neutro, Siglo XXI, 2004.]
***
SONETO 5: [YA ME HA NACIDO UN BUCHE EN ESTA FATIGA]
Ya me ha nacido un buche en esta fatiga,
como el agua hace a los gatos en Lombardía
o en cualquier otro lugar que exista
donde a la fuerza vientre y mentón se arriman.
La barba al cielo, y la memoria siento
sobre la joroba, y tengo el pecho de arpía,
y el pincel sobre el rostro todavía
lo convierte, goteando, en rico pavimento.
Y los lomos me han entrado en la panza,
y hago del culo contrapeso de la grupa,
y sin los ojos doy pasos en vano.
Por delante se me alarga la corteza,
y para plegarse atrás se amontona,
y me tiendo como un arco de Soria.
Por eso falaz y extraño
surge el juicio que la mente aporta,
pues mal se trae por cerbatana torcida.
Mi pintura muerta
defiende ya, Juan, y mi honor,
que no es este buen lugar, ni yo pintor.
Traducción de Trinidad Blanco de García
***
A Vittoria Colonna
Non ha l'ottimo artista alcun concetto
c'un marmo solo in sé non circoscriva
col suo soverchio; e solo a quello arriva
la man che ubbidisce all'intelletto.
Il mal ch'io fuggo, e 'l ben ch'io mi prometto,
in te, Donna leggiadra, altera e diva,
tal si nasconde; e perch'io più non viva,
contraria ho l'arte al disiato effetto.
Amor dunque non ha, né tua beltate,
o durezza, o fortuna, o gran disdegno,
del mio mal colpa, o mio destino o sorte,
se dentro del tuo cor morte e pietate
porti in un tempo, e che 'l mio basso ingegno
non sappia, ardendo, trarne altro che morte.
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Imagen: Autorretrato, Miguel Ángel
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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