martes, 27 de noviembre de 2018

¿Arrancarle a la mosca la penumbra?

HUGO TOSCADARAY
(Buenos Aires, Argentina, 1957)



LA SED

¿sacarle punta al lápiz con una metralleta?
¿regar la piedra?
¿echarle alcohol al hambre?
¿qué es?

¿golpear el verso? ¿con los puños darle?
¿con el cincel de la espera hasta que sangre darle?
¿es eso escribir?

¿arrancarle a la mosca la penumbra?
¿morder la fiebre?
¿sacar espuma por la nuca?
¿qué es?

¿sentarse a esperar que duela algo?
¿que salte algo? 
¿que brille?

y si nada sacude ¿qué?

¿apagar los ojos? 
¿morir un rato?
¿secar un árbol? 
¿raspar un hijo?

¿agazaparse y aguardar
a que una sola palabra 
incendie todas las cosas?

De calibán caníbal, 2018
***
SOBRE LOS OBJETOS HALLADOS EN LA COSTA

he aquí el zapato negro del negro pájaro de Kansas.

en él se pueden oír:

el abrir y cerrar de los párpados del encantador de serpientes
el dedo del jardinero batiendo la casa de los escarabajos
la rodadura final en los durísimos labios de un viejo
y cansado trompetista

el jadeo de una vendedora de cosméticos en la mente
de un hombre desesperado

el roce de los dedos acariciando la copa en un pub
solitario de la calle 52

el mortal jaque de un blues clavándose en la ojera
del amante

el rugido de un cádillac de piernas afiladas demoliendo
la torre del bebop

hoy el zapato negro

es un animal delicado de cabellos de sal

flotando sobre la arena

con la arrogancia de una cama de bronce.

                                           (de La isla de la sirena de las escamas de fuego)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char