PIER PAOLO PASOLINI
(Italia, 1922–1975)
Al Príncipe
Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor a noches futuras,
si una tarde de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y nunca poseídos del todo,
yo no soy feliz ni de gozarlos ni de sufrirlos:
ya no siento delante de mí toda la vida.
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
de que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, tiempo ya tengo poco: por culpa de la muerte
que se abalanza en el atardecer de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano,
que a los pobres quita el pan, a los poetas la paz.
Versión de Jorge Aulicino
*
Al Principe
Se torna il sole, se discende la sera
se la notte ha un sapore di notti future
se un pomeriggio di pioggia sembra tornare
da tempi troppo amati e mai avuti del tutto,
io non sono più felice, né di goderne né di soffrirne:
non sento più, davanti a me, tutta la vita.
Per essere poeti, bisogna avere molto tempo:
ore e ore di solitudine sono il solo modo
perchè si formi qualcosa, che è forza, abbandono,
vizio, libertà, per dare stile al caos.
Io tempo ormai ne ho poco: per colpa della morte
che viene avanti, al tramonto della gioventù.
Ma per colpa anche di questo nostro mondo umano,
che ai poveri toglie il pane, ai poeti la pace.
De La religión de mi tiempo, 1961
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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