Tomada de macedonianos en acción |
(Argentina, 1948-2011)
In memoriam
Javier hacía cosas como ésta: leer el libro de alguien, ir a ver a un editor amigo y pagar la publicación, por las suyas, porque consideraba que había que difundirlo. A Javier no le sobraba la plata; tenía doscientos mil trabajos. Incansable, investigador, creyente del entusiasmo, un lírico del error.
Murió. Un poeta, un gran amigo, I.G.
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Reseña de Esto es así, su último libro publicado
Ediciones del Dock
Quizá me equivoque, quizá sea el entusiasmo que crece cada rara vez que aparece un poemario como éste; sin embargo, me atrevo a asegurar que Esto es así, de Javier Adúriz, es un libro fundamental. Parecería haber sido escrito bajo los golpecitos del pájaro carpintero Stéphane Mallarmé: “...] // invento una lengua que debe brotar, necesariamente,/ de una poética muy nueva”.
En una entrevista realizada para Corrientes al Día, el autor se refiere a los rasgos que podrían situar al poeta que él denomina posclásico, con los que se identifica:
“En esa tensión diría, que es la invención de un foco de habla, porque construye un sujeto experimental, un yo perfectamente imaginario, labrado en alejamiento de la subjetividad, como grado extremo de la impersonalidad.
Artificio que recuerda 'la capacidad negativa' reelaborada por Keats, esa opción que cualquier escritor tiene a la mano de desaparecer personalmente de su texto, en una suerte de transubstanciación. (…) De modo que aquel yo vicario o relator indispensable empieza a constituirse en el sujeto de cierto funcionamiento del idioma en que se vive, empujado a dimensión estética.
Es un lugar donde el poeta dialoga o discute con la alusividad colectiva que cualquier lenguaje conlleva, ese implícito de civilización y cultura anudado ahí. Y por último, la búsqueda de eso-que-decir, que ocurre en el mismo acto de la escritura”.
Adúriz habla de la forma, dice que la escritura es forma pero lo que de una vez por todas hace en éste, su nuevo libro (publicó Palabra sola, En sombra de elegía, Solos de conciencia, Égloga brusca, La forma humana, Canción del samurai y La verdad se mueve), es crear una estética, un sentido, del término “así”. Y lo consigue de una manera compleja, absolutamente original y respetuosa de sus ancestros: el Oriente, por ejemplo, creador de la forma haiku, aquí denota en ahijú, variación que el autor inclina a modo de reverencia en el cierre de cada poema, y cuyo resultado es de un emblemático “trabajo chino”. Ya se trate de un grito de horror o de una epifanía, la ingenuidad no cabe en este libro: alguien que “viajó disfrazado de profesor de Historia medieval” apunta la saga de algo que podría ser la historia nacional, el paisaje urbano, por qué no la absoluta conciencia del proceso creador, la mutación o el vaciamiento del lenguaje, todo a la manera de un Cándido López minucioso, pobre, sobreviviente:
Ayer a la tarde resolví convertirme en un peregrino del cielo y salir a caminar por los pasillos de dios. Principalmente porque llegó la hora del despojamiento. Me refiero a esa especie de afán de dar un paso y otro y otro, en busca de mis vagas certezas. De ahí también, el hecho oportuno de elegir los ahijú como vehículo de la percepción. Me dije: cada verdad ocasional debe ser anotada en este cuaderno que me regalaron en el año sesenta y cinco, aunque los fragmentos vengan del silencio y no hallen más validez que la de su propio enunciado… Sí, maltrecho lector: seamos viajeros de la eternidad.
A cada paso
Vas hundiendo los pies
En otra carne
Javier Adúriz evoca y gesticula, reniega de la parodia –en todo caso, parodia a la parodia aunque, por qué no, ¿no habrá en ello un quitarse el sombrero ante nuestro recién ido Leónidas Lamborghini?–, así como de la melancolía, ríe sin culpa y digiere, si es ésta la palabra, o por lo menos toca, acaricia una herida no resuelta, el país irresuelto, una escritura que no resuelve nada. Este libro funda una poesía que responde a la burla del destino: esto es así; ¿quién lo dice?; ¿y a mí me lo decís? “Nada es así”, asegura el autor, salvo cuando “la percepción encuentra su asunto más complejo: el tejido efímero de lo que llamamos verdad”.
Irene Gruss
Fuente: Diario Clarín, Revista Ñ.
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Para leer algo más de Javier Adúriz, aquí y aquí
2 comentarios:
la poesía no se lleva a nadie; te trae una y otra vez, una y otra vez, como el hada del fuego a las cenizas
Así es, mi amigo, así es. Mi abrazo grande, Irene
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