jueves, 4 de agosto de 2016

Una admonición que no estaba en mí comprender

 DOLORES ETCHECOPAR
(Buenos Aires, Argentina, 1956)



Tomada de murraymag.com
2.

estuve llamando con el nombre equivocado 
lo que vino habló y habló en una lengua desconocida
abracé la destemplanza y la fruición de los materiales 
de noche al apoyar el oído en la almohada latían  
barrios remotos iluminados como pequeños altares
las palabras despeñaban una y otra vez 
una admonición que no estaba en mí comprender

5.

el hachazo no se vio 
entró por las hojas y los pájaros
el grito destemplado del chimango 
durante años y sin darse a conocer 
alguien le dejó su sangre intranquila
es mujer dijeron 
sorprende que así
toreada por la muerte
se sostenga 
                                 su balido de oveja negra urgido a salir 
                                 por la boca del matarife


De El cielo una sola vez (Hilos, 2016).
***
Redención

una mesa
el ruido de un tren al irse una ciudad
una mano
no sabe cómo se entra
pero abre tus lágrimas
y vuelve con tu rostro a la tierra

De Notas salvajes, Editorial Argonauta,  1989.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char