Dos poemas de Shôtetsu
(Japón, 1381-1459)
Para entender el lugar de Shôtetsu en la historia de la literatura japonesa hay que tener en cuenta que el desarrollo artístico del período medieval está ligado a las cortes y el lugar que éstas daban a la poesía. A su vez, la rivalidad política entre los herederos de distintas líneas imperiales, hacía que los poetas, identificados o protegidos por una u otra, también tomaran partido y defendieran sus respectivas orientaciones estéticas. Innumerables fueron los discípulos de Shôtetsu, tanto cultivadores de la forma renga (versos encadenados) como de los tradicionales waka (poemas de 31 sílabas). Se lo considera uno de los últimos poetas antiguos, antes del surgimiento del haiku y de las figuras desligadas de la relación cortesana.
1
Luz de otoño
-un hilo más débil
que la tela de una araña
en nubes que se mueven
como el suave ondular de la hierba.
aki no hi wa
ito yori yowaki
sasagani no
kumo no hatate ni
ogi no uwakaze
2
La caída de la noche
imprime al corazón
desfallecientes matices.
El gong vespertino del templo
infunde su aura sonora.
yûgure no
kokoro no iro o
some zo oku
tsukihatsuru kane no
koe no nioi ni
Traductora: Liliana Ponce
(Tomados de no-retornable.com.ar)
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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