(La Pampa, Argentina, 1964)
Tomada de poetasaltuntun |
Estar feliz y libre de toda preocupación es la primera armonía. Tener un ánimo favorable a una rápida captación es la segunda armonía. Un clima agradable con la correcta dosis de humedad en el aire es la tercera armonía. Una perfecta correspondencia entre el papel y la tinta es la cuarta armonía. Un repentino, espontáneo deseo de escribir es la quinta armonía.
Jiang Kui
Tratado de caligrafía (Shu pu)
No hay mástil en el error,
sólo una cúpula que flota aislada
del núcleo del aire y quien la mira
sólo podría ir descubriéndola de a poco,
para llegar a la conclusión de que
desde ningún ángulo
se la podrá llegar a ver por completo.
Y aunque se hubiese construido
un laberinto en el jardín,
y ese día cualquier palabra pronunciada
hubiese sonado como quien golpea
el capot de un Falcon con una llave francesa,
en ese momento el demonio más abyecto
y lábil estaría en condiciones de explorar
cómodamente su triunfo.
Es un perro: fue encontrado,
ahora vive en una casa, ladra y duerme
sobre una manta escocesa.
*
mediante el orden de las palabras
instrumenta una narración
de la estructura interna del paisaje: falso.
Quizás en su sustancia, su enlace químico,
y su respectivo número atómico
que el padre de la combinatoria
expusiese cual error factorial después
de declarar: es incluso menos incorpóreo
que el miembro fantasma del amor
en el que la perspectiva
siempre es lejana. Un objeto de humo
y sal rodeado de insectos de plástico,
ojales, dientitos, casas pintadas,
asteroides y trompetas que dan origen
a los números irracionales para recordar
“que los demonios
no han sido creados por demonios.”
Considerando que
“dormirán allí las bestias fieras
y sus casas se llenarán de hurones:
allí habitarán hijas del búho, y allí
saltarán peludos. Y en sus palacios
gritarán gatos cervales, y chacales
en sus casas de deleite…”
*
Atrás un tren que pasa y veo
de memoria, adelante la autopista elevada
y sus autos en la misma línea.
Ninguno de estos objetos se continúa
en el Kazakstán de la prolongación del sueño.
Un pequeño halcón que se resiste
a identificarse chingolo picotea
un disco plateado. Todo se cubrirá de libélulas
sin poder emular el hecho primigenio:
la súbita y titilante oscuridad,
el muro de ligustrinas imantadas
de cilindros alados, intermitentes
en su espacial permanencia, separados
del sueño continuo de una realidad
más óptima y elastibilizada.
La atención en la espera, en el daño
de la velocidad. La venganza anticipada
de la destreza como una cabina
que se desprende de la nave mayor
dando esperanza solo a la necesidad.
Los árboles al costado de la cancha,
la niebla y las preguntas que la constituyen:
¿Por qué los enanos la polka
han de bailar? ¿Por qué la fiesta de la sardina
convoca a moros y cristianos?
*
En el que cada quien sin saber de cada cual
concentra su presente
en la perfecta convivencia
de la tierra colorada en la que por horas
hemos de vivir, los que juegan,
los que trabajan y los que pasan.
Los detalles de cada biografía
limitados en cada cancha, de un lado
y de otro, paralelos al vecino
opuestos al contrincante. Has de saludar
has de alcanzar la pelota extraviada,
cuidarás de no invadir la cancha ajena.
Todos aquí procuran vencer,
algunos con el aprendizaje como método,
otros funcionando en la acción misma:
estilo, potencia, maña, muñeca,
el caracol escalonado, la mente
del que en la ruleta procura silenciarla
ensayando un nuevo método cada vez
que la bola circula, la flexión de las piernas
el dibujo del brazo, la torsión
de la cadera, la lesión acompañante,
la lección retumbante, la mirada
en cada golpe, la visión mayor,
destreza, táctica e inteligencia.
Un pasatiempo. Una red, una raqueta.
Un halcón, un árbol sin nombre.
De La sexta armonía. Inédito.
(Fragmentos)
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