lunes, 1 de junio de 2015

El sentido pendía de los árboles

DARÍO ROJO
Tomada de clubdetraductoresliterariosdebaires


(Eduardo Castex, provincia de La Pampa, Argentina, 1964)

Una caña sostiene cortes de gasa
en la brisa, sobre las cenizas.

El pasado quebradizo y esporádico
como un perfume lejano.

En el remolino deshecho
bebo agua de arroz.
**
Camello

su centro de gravedad
está cerrado bajo llave
su silueta y su piel
en perfectas oposición

su condición
fingir el movimiento
**
Trayectoria

Al entrar la avispa en el tren
                                      la gente se amasaba
                                      en los asientos
                                      movía los dientes
                                      pendularmente
                                      y creaba
                                      sonrisas como girasoles.
                            Compartió
con agradables mosquitos
la divertida órbita
de la lámpara,
                     satisfecha,
                                    salió por la ventana.

Estaba lejos del panal,
         los chimangos la deleitaron con su parsimonia.
(...)

Amanece en Mombasa-
serpientes en los húmedos cañaverales

Deseo irresistible de visiones planas-
contradicción como burla

Separado ya de la cacería
el recuerdo de la jauría,
su olor penetrante, sus ideas externas

Las garras se afilan acompasadamente
como teclas de un piano asesino

El sentido pendía de los árboles-
la muerte como ficción

Espero que no vuelvas aquí,
el cielo parece caliente
pero en Mombasa el ruido es tibio,
no vuelvas aquí, quédate.
**

Una mente azul con peces plateados.
Espinillos, matas y una pareja de ciervos  recorriendo un corazón.
Un cuerpo liso, sin pasión alguna cediendo elásticamente al granizo.

¿Cómo no voy a incendiarlo?

De AstilleroEdiciones de Poesía La Lámpara Errante, 1988.
Tomados del blog oficinadecartasnorecibidas
**
No hay nada más inhumano que lo posible,

cuando derribaron esa palmera
un murciélago quedó flotando en el aire
sin un gesto que avalara alguna causa.
Entretanto, yo esperaba que la madera se suavice
por sí misma

y creía que la maqueta de un cóctel perfecto
llegaría a donde el corazón no llega,
imanes dibujaban líneas con astillas metálicas,
y como zombies amables
golpeaban el vidrio envolviendo todo en un pedido.

Que la esgrima no manche el blanco
ni la mosca ningún color…
¡Pero por dios! ¡Si solo se trata de modales!

Luego de decir lo dicho
me conduje con la misma impericia de aquellas damas
que arrojaban una piedra al mar. Es invierno.
Si pudiera hoy tomar al mundo de la cintura
como lo hice aquella vez el pedido sería otro.

Inédito

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char