lunes, 20 de diciembre de 2010

Los intelectuales planean su reposo

Tomado de esacademic.com
POEMAS SUFÍES

RUMI
(Persia, actual Afganistán, 1207-1273)

¿Quién hace estos cambios?
Disparo una flecha a la derecha
Cae a la izquierda.
Cabalgo tras de un venado y me encuentro
perseguido por un cerdo.
Conspiro para conseguir lo que quiero
Y termino en la cárcel.
Cavo fosas para atrapar a otros
y me caigo en ellas.

Debo sospechar
de lo que quiero.
***

Quien no ve la mano que realiza la escritura,
supone que el resultado procede del movimiento de la pluma.

Traducciones del inglés de Ruth Terrones y de Ali Bahman
***
HAFIZ SHIRAZI o simplemente Hafiz
(Isfahán, actual Irán, 1325-1389)


El intelectual está siempre luciéndose,
el amante, siempre perdiéndose.
El intelectual se escapa.
Por miedo a ahogarse;
todo el asunto del amor
es ahogarse en el mar.
Los intelectuales planean su reposo;
los amantes se avergüenzan de descansar.
El amante siempre está solo.
Aun si está rodeado de personas;
como el agua y el aceite, él permanece separado.
El hombre que se toma la molestia
de dar consejos a un amante,
no consigue nada. Es burlado por la pasión.
El amor es como el almizcle. Atrae la atención.
El amor es un árbol, y los amantes, su sombra.
***
AL GHAZALI
(Persia, actual Irán, 1058-1111)


Con frecuencia, un verso precioso
alivia un corazón apesadumbrado.
***

Mi silencio es el verbo que deseas,
¡Oh! escuchador de la oscuridad.
***
RUMI


El Amor me quitó el sueño y el Amor quita el sueño, pues el Amor no obtiene el alma y la mente por apenas medio grano de cebada. El Amor es un león negro, sediento y bebedor de sangre, sólo pasta en la sangre de los amantes. Se pega a ti con cariño, y te lleva hacia la trampa, cuando has caído dentro, entonces mira desde lejos. El Amor es un príncipe tirano, un oficial de policía sin escrúpulos, tortura y estrangula al inocente. Quien cae en las manos del Amor llora como una nube; quien mora lejos del Amor se hiela como la nieve. A cada instante el Amor hace añicos un millar de tazones, a cada momento cose y rasga un millar de prendas. El Amor hace llorar a mis ojos, y sigue riendo; el Amor mata miserablemente a un millar de almas, y las cuenta como una. Aunque el simurg vuele felizmente en el Monte Qaf, cuando ve la trampa del Amor cae, y no vuelve a volar. Ningún hombre escapa de las cuerdas del Amor por medio de mentiras o locura, ningún hombre razonable escapa de su trampa por medio de la inteligencia. Mis palabras están desordenadas a causa del Amor, de otra manera te habría mostrado los caminos por los que el Amor viaja; te habría mostrado cómo el Amor atrapa al león, te habría mostrado cómo el Amor caza a la presa.
***

¿Qué puedo hacer, oh musulmanes?, pues no me reconozco a mí mismo.
No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni Rizwán.
Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la sinseñal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi vida;
no tengo otra cosa que hacer más que el jolgorio y la jarana.
**
Extraído del libro de Yalal ud-Din Rumi, Poemas sufíes, Madrid: Hiperión, 1988.Versión: Alberto Manzano.

1 comentario:

hugo luna dijo...

no puedo leer todo esto!! ah!! magnífico Irene. saludd!!

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char