viernes, 28 de septiembre de 2012

El zumbido del Debo ser, Debo ser, Debo ser

MARIE HOWE
(Nueva York, EE.UU., 1950)


Sin música

Sólo la radio del auto
al ir a la farmacia al restaurante a su departamento:

rock, canciones viejas de las buenas,
a veces, apenas, música del piano

de la profesora del primer piso.

Pero casi todo ocurrió sin música.
El tintineo de una cuchara desde la cocina,

alguien que habla. Silencio.

Alguien que duerme. Alguien que mira a alguien dormir.
***
Mis amigos muertos

Cuando estoy cansada y no logro decidir
algún asunto difícil
he empezado a pedir opinión a mis amigos muertos
y la respuesta es casi siempre inmediata y transparente.

¿Acepto el trabajo? ¿Me mudo a la ciudad?
¿Intento concebir un hijo en mi madurez?

De pie mueven sus cabezas sonrientes al unísono
Lo que conduzca a la alegría, contestan siempre,

a más vida y menos preocupación.
Miro dentro del jarrón donde estuvieron las cenizas de Billy
es verde ahí dentro, un jarrón verde

y le pregunto a Billy si debo devolver esa llamada
y dice: sí.
Billy ya atravesó la temible puerta
y lo que diga eso haré.
***
La madre 

En su vejez temprana las uñas de los pies se curvan sobre sus dedos 
de forma que cuando avanza por la cocina algunas hacen clic. 

junto al cesto de la ropa sucia, inmóvil, 
como una estatua en ese juego de niños que juegan sus niños— 

y el zumbido suave de la voz vigilante de su hija, alegando razones, 
elevándose, y la primera bofetada, 

y el chirrido de la silla de su hijo empujada hacia atrás del escritorio, 
el aire espeso con sus escuchares separados, 

y de nuevo la voz de la niña, llorando quedamente, el crujir de su cama…
En el juego, alguien debe tocarte para hacerte libre 

y entonces eres de nuevo humano. 

Traducciones: Mori Ponsowy
***
Después de la película 

Mi amigo Michael y yo estamos caminando a casa discutiendo la película. 
Él dice que cree que una persona puede amar a alguien 
y todavía ser capaz de asesinar esa persona. 

Le digo No, eso no es amor. Eso es apego. 
Michael dice No, eso es amor. Podés amar a alguien, y que llegue un día 

en que te veas forzada a pensar “es él o yo”, 
pienses “yo” y lo asesines. 

Le digo Entonces no es más amor. 
Michael dice Sin embargo, fue amor hasta entonces. 

Digo Puede ser que nos refiramos a diferentes cosas por la misma palabra. 
Michael dice Los humanos son complicados: el amor puede existir incluso en el corazón asesino. 

Le digo que lo que podemos querer decir por amor es deseo. 
El amor no es un sentimiento, digo. Y Michael dice ¿Entonces qué es? 

Estamos caminando por la calle West 16th –una noche despejada- y oigo mi voz 
repitiendo lo que solía decirle a mi marido: El amor es acción, solía decirle. 

Simone Weil dice que cuando amás verdaderamente sos capaz de mirar a quien querés comer y no comerlo. 

Janis Joplin dice tomá otra pequeña parte de mi corazón ahora, amor. 

Meister Eckhardt dice que mientras amemos las imágenes están condenadas a vivir en el purgatorio. 

Michael y yo estamos parados en la esquina de la 6ta avenida diciendo buenas noches. 
No puedo tomar suficiente del spritzer de mandarina que acabo de comprar- 

una y otra vez me llevo la fría lata a mi boca y chupo la cosa del agujero 
que hizo la chapita. 

¿Qué hacés mañana?, dice Michael. 
Pero lo que pienso que dice es “Sos muy estricta. Sos una monja”. 

Luego pienso ¿Amo lo suficiente a Michael para dejarlo pensar estas cosas de mí incluso si no las está pensando? 

Sobre Manhattan la luna se pierde y el cielo se vuelve más claro y frío. 
A pesar de que los días después del solsticio empezaron a alargarse, 

los dos sabemos que el invierno sólo ha empezado. 

Traducción: Tom Maver
***
EL MOMENTO 

Ah, ese momento así-repentino

en que,               no pasa

nada

y no hay listas de cosas-por-hacer


tal vez               por medio instante

la prisa del tránsito se detiene.

El zumbido del Debo ser, Debo ser, Debo ser

se desacelera hasta callar,

y ya ni se mueven las blancas cortinas de algodón.

Traducción: G.A. Chaves

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char