sábado, 28 de noviembre de 2015

¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?

Tomada de registromx
Mario Montalbetti
(Lima, Perú, 1953)



La dorada

A la pregunta ¿cuánto has amado?
responde como si el lenguaje, mejor aún,

como si el vino se hubiera acabado.
Di que has de ir por más.

Afila luego el cuchillo y eviscera
la dorada que yace exangüe

sobre el batán vil de la cocina.
Y con la misma hoja separa lo tuyo

de lo tuyo. Es tuyo.
**
Traducción radical

Enseñarle castellano a un perro
es la verdadera enseñanza.
“Nunca va a aprender”, dicen.
¿Por qué? ¿Acaso el castellano
es cuestión de inteligencia? Tal vez
será mejor aprender a ladrar entonces.
¿Por qué no lo podemos hacer?
¿Por qué somos demasiado inteligentes?
Me gustaría decir “yo te quiero”
ladrando. Un perro es un verdadero
otro. Alguien que no comparte
mis reglas. Casi ninguna. A veces
decimos algo y el perro acude.
A veces el perro ladra y lo ignoramos.
En comparación, aprender aymara
(dialecto moqueguano, digamos)
es sencillo. Se puede hacer.
Tal vez la pronunciación no sea
perfecta, pero nos dejamos entender.
¿Cómo será ladrar con acento humano?
Los perros reirían sin parar.
“¿Y este de dónde salió?” dirán.
**
Introducción a la metafísica

¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?
Tal vez sea una pregunta arbitraria. Tal vez no.
Pero ésa es la pregunta que los peruanos nos hacemos

a lo largo de nuestro pasaje histórico por el tiempo.
“¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?”
Algunos nunca se hacen la pregunta, pero la pregunta

está ahí. Algunos la cambian por otra: “¿Por qué adoramos
al felino en lugar de no adorar al felino?”, pero no es lo mismo.
La pregunta, la primera pregunta, es: “¿Por qué hay

peruanos en lugar de no haber peruanos?” No todos
nos hemos hecho la pregunta pero todos hemos sido
tocados por la pregunta en algún momento de nuestras

vidas, sin saber exactamente de qué se trata. En momentos
de gran desesperación, por ejemplo, cuando vemos cómicos
en televisión, cuando escuchamos hablar a las autoridades

políticas, militares, sobre todo a las eclesiásticas, cuando
asistimos a un partido de fútbol, cuando leemos los diarios,
cuando el sentido de las cosas se oscurece verdaderamente,

entonces surge la pregunta. “¿Por qué hay peruanos en lugar
de no haber peruanos?” La pregunta tal vez suene una sola vez
en nuestras vidas, como el tañido de una campana que luego

desaparece, pero todos la reconocen. Por eso, en el fondo,
se trata de una pregunta gozosa. Cuando la hacemos todo
a nuestro alrededor se transforma, todo se vuelve más fácil

de entender. “¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber
peruanos?” Ésa es la pregunta que se repite, ésa es la pregunta
que nos acompaña, la pregunta que llevamos con nosotros

como quien lleva un atado de ajos a la cocina. Ningún
peruano sabe la respuesta. Pero la pregunta nos permite
comer, hablar, y tener algo que contarle a nuestros hijos.

De El lenguaje es un revólver para dos, Lima: Colección Underwood, nº11, 2008; en Colección Reunida 2008-2009, Lima, 2012. Lejos de mí decirles (México DF: Aldus, 2013).

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char