domingo, 20 de noviembre de 2016

El alma, que está sola

Jorge Luis Borges
(Buenos Aires, Argentina, 1899-Ginebra, Suiza, 1986) 


Susana Bombal

Alta en la tarde, altiva y alabada, 
cruza el casto jardín y está en la exacta 
luz del instante irreversible y puro 
que nos da este jardín y la alta imagen 
silenciosa. La veo aquí y ahora, 
pero también la veo en un antiguo 
crepúsculo de Ur de los Caldeos 
o descendiendo por las lentas gradas 
de un templo, que es innumerable polvo 
del planeta y que fue piedra y soberbia, 
o descifrando el mágico alfabeto 
de las estrellas de otras latitudes 
o aspirando una rosa en Inglaterra. 
Está donde haya música, en el leve 
azul, en el hexámetro del griego, 
en nuestras soledades que la buscan, 
en el espejo de agua de la fuente, 
en el mármol de tiempo, en una espada, 
en la serenidad de una terraza 
que divisa ponientes y jardines.

Y detrás de los mitos y las máscaras, 
el alma, que está sola.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char