Rae Armantrout
(Vallejo, California, EE.UU., 1947)
El lamento de la vieja en otoño
Para WCW
El dolor es el negocio de la esquina
Donde los globos de halloween
se colocan con el último helio
El mostrador es dorado
Con bolsas numeradas
De caramelos Werthers
Nadie es Werther
Ayer por la noche un periodista
Mencionó a una “víctima anciana”
No me llames así
Soy vieja
Y obstinada.
Traducción de Patricio Grinberg
**
Hablando del oficio
Pues lo mejor que podías hacer, aparentemente, era entrar en la máquina que es el lenguaje y ver qué quería o qué sería capaz de hacer en cualquier momento, e intervenir solo esporádicamente.
Lo mejor era dejar que el lenguaje se sacase lo suyo del pecho mientras estabas en él —no exactamente como un caballero en armadura, ni como mascota deportiva en disfraz de pollo.
Lo mejor era crear en la lectora u oyente cierta incertidumbre sobre el origen de la voz que ella escuchaba, para asustarla un poco.
¿Por qué querría asustarla?
Hoy no estás
interesado en ella,
sólo
en saber
dónde ha estado.
Del dossier Poesía norteamericana actual, preparado por Francisco Larios. Tomado de circulodepoesia.com
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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