sábado, 30 de junio de 2018

De san Agustín a Charles Peguy



Charles Peguy 
(Francia 1873-1914)

La muerte no es nada.
Simplemente pasé a la habitación de al lado.
Yo soy yo, ustedes son ustedes.
Lo que fui para ustedes lo seguiré siendo siempre.
Llámenme con el nombre con que siempre me llamaron.
Háblenme como lo hicieron siempre, no cambien el tono de voz.
No se pongan solemnes ni tristes.
Sigan riéndose de lo que juntos nos reíamos.
Recen, sonrían, recuérdenme…
Que mi nombre sea pronunciado en casa como lo fue siempre,
sin ningún énfasis, ni asombro de sombra.
La vida significa todo lo que siempre fue.
El hilo se cortó.
¿Por qué estar ausente de sus pensamientos?
¿Sólo porque no me ven?
No estoy lejos… estoy sólo al otro lado del camino.
Verán, todo está bien.
***
Falsamente atribuido a Charles Péguy, pero en realidad del canónigo inglés Henry Scott Holland (1847-1918) quien lo incrustó en un sermón suyo inspirado en san Agustín, que se denomina Oración de un marido a punto de morir, El Amor no muere nunca, El Amor no desaparece nunca:


El amor no desaparece jamás. La muerte no es nada . Sólo he pasado al cuarto
de al lado. Yo soy yo , tú eres tú. Lo que éramos los unos para los otros
lo somos siempre. Dadme el nombre que siempre me habeis dado.
Hablame como siempre lo habeis hecho. No useis un tono diferente.
Seguid riendo de lo que juntos nos hacia reir.
Sonreíd pensad en mi, rezad por mi .
Que mi nombre sea pronunciado en casa, como siempre lo fué
la vida significa lo que siempre ha significado .
Es lo que siempre ha sido. El hilo no esta cortado.
¿ Por que tendría que estar fuera de vuestros pensamientos ,
simplemente porque estoy fuera de vuestra vista ?
Os espero, no estoy lejos . Justo al lado del camino
Veis Todo va bien.

Death Is Nothing At All

Death is nothing at all.
It does not count.
I have only slipped away into the next room.
Nothing has happened.

Everything remains exactly as it was.
I am I, and you are you,
and the old life that we lived so fondly together is untouched, unchanged.
Whatever we were to each other, that we are still.

Call me by the old familiar name.
Speak of me in the easy way which you always used.
Put no difference into your tone.
Wear no forced air of solemnity or sorrow.

Laugh as we always laughed at the little jokes that we enjoyed together.
Play, smile, think of me, pray for me.
Let my name be ever the household word that it always was.
Let it be spoken without an effort, without the ghost of a shadow upon it.

Life means all that it ever meant.
It is the same as it ever was.
There is absolute and unbroken continuity.
What is this death but a negligible accident?

Why should I be out of mind because I am out of sight?
I am but waiting for you, for an interval,
somewhere very near,
just round the corner.

All is well.
Nothing is hurt; nothing is lost.
One brief moment and all will be as it was before.
How we shall laugh at the trouble of parting when we meet again!

*

La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, vosotros sois vosotros.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.
No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?
Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo está bien.
**
Agustín de Hipona 

(Tagaste, Numidia, 354-Hipona, 430) 

(Cuarta carta, en la que escribe a su hermano Sapidas, que a pesar de que ha muerto todavía está allí…)
La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.

Yo soy yo, vosotros sois vosotros.

Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo

Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente.

No toméis un aire solemne y triste.

Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.

Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.

La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.

¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?

Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.

¿Veis? Todo está bien.

No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban\ y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.


AMÉN

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char