jueves, 27 de septiembre de 2018

(los siguientes dos espacios en blanco también son poesía)

Luis Eduardo García 

(Guadalajara, México, 1984)

LA INVASIÓN DE LOS USURPADORES DE CUERPOS

Las bacterias del espacio exterior
llegan a la Tierra.

Caen con la lluvia
sobre una flor extraña.

Margo Philips corta la flor
y la lleva a casa.

El polen se adhiere a su cerebro
y la convierte en otra persona.

Así se apodera la poesía
del lenguaje.
***
Imitador de Marcel Duchamp versus imitador de Dios / El vacío (lucha en jaula)

Esto no es un poema es arte contemporáneo
no hay ritmo no hay imágenes no existe la idea de poema.
Las tres líneas se llaman “pájaro”.

Esto es un poema.
Hay música, hay enigma, existe la idea de poema.
Es muy hermoso, puedo decir
“un deshielo nos desgarra”.

Esto ya no es un poema, es arte contemporáneo otra vez; el espacio en blanco ha sido intervenido. El cielo violentado por las moscas.

Esto es un poema de nuevo. Es inconfundible.
Un oleaje
gris
nos cubre
(los siguientes dos espacios en blanco también son poesía)


Éste espacio está dedicado nuevamente al arte contemporáneo. Aunque debo decir que el arte no existe. Sin embargo esto es arte:
Representación del encuentro con el ángel que jamás podrá ser representado. 2011, Colección privada.

Vuelvo al poema.
La raíz de todo. Lo indecible.
Palabra del fuego creador.
Herida luminosa.
Hueso.

Ahora es arte contemporáneo: Bombilla sobre la destrucción del mundo IV.
Ahora
es
un
poema.

Ahora nada.


De Poemas póstumos de Luis Eduardo García (Liliputienses, 2018)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char