sábado, 24 de noviembre de 2018

¿Cómo podré abrir la puerta cerrada de mi corazón?

Fehmida Riaz 
(Uttar Pradesh, India, 1945- Pakistán, 2018) In Memoriam

Escribió en urdu, pero sus poemas llevan consigo notas del hindi, el persa y el sindhi.

¡Oh, Dios y Señor del Universo!

Se hundió en el silencio la llamada a la oración de la tarde.
¡Qué quietud, Dios y Señor del Universo!

¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos!
Todas las alabanzas sean para Dios, grande y excelso.
El cielo, límpido y prístino tras la lluvia,
se extiende, rotundamente azul, hasta donde la vista alcanza.
Y la suave tierra está cubierta de un verdor aterciopelado.
¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos!
Todas las alabanzas sean para Dios, grande y excelso.
¿Qué idea aguijonea mi corazón?
¿Qué pensamiento ha inundado mis ojos de lágrimas?
¿Por qué ha invadido este silencio mi pecho?
¿Por qué esta zozobra en mi adoración?
¿Por qué las plegarias al llegar a mis labios pierden el sentido?
Una terrible desolación parece habitar en mi interior.
Que venga alguien, que venga alguien y llame a la puerta.
¿Cómo podré abrir la puerta cerrada de mi corazón?

Versión de Rocío Moriones Alonso
**
Iqleema

Iqleema,
nacida de la madre de Caín
y Abel. Su hermana.
Pero diferente.
Diferente por sus muslos
y sus pechos, diferente
por dentro, por el útero.
¿Y el valor de esas diferencias?
Un carnero sacrificial más gordo:
arde Iqleema en la montaña.
Es prisionera de su propio cuerpo.
El sol la quema hasta el tuétano.
Mira,
sobre sus muslos alargados y turgentes tetas,
sobre el laberinto del útero,
Iqleema también tiene una cabeza.
Allah le habla a Iqleema
y por primera vez

algo le pregunta.

Versión de Alí Calderón
***
¡Ven, creemos un nuevo léxico!
.
¡Ven, creemos un nuevo léxico!
Uno donde el sentido de cada palabra
(que no nos gusta)
está insertado antes.
Y traguemos, como un veneno amargo,
la verdad de una realidad que no es nuestra.
El agua de vida que estalla de esta piedra
conduce un rumbo que nosotros solos no determinamos.
Nosotros –que son la luz muriendo de un jardín decrépito;
nosotros –llenos del orgullo herido de nuestras ilusiones;
nosotros –que han superado los límites del autobombo;
nosotros –que lamen cada herida nuestra sin cesar;
nosotros –que hacen circular el cáliz envenenado,
nosotros –que llevan del uno al otro solo el odio,
y, sobre nuestros labios secos, nada más que palabras del desdén.
No llenamos el abismo en el interior;
no vemos con nuestros propios ojos lo que es auténtico enfrente de nosotros;
no nos hemos redimido ayer o hoy;
porque nuestra enfermedad es tan preciada que no buscamos un tratamiento.
¿Pero por qué el horizonte de muchos tonos debe permanecernos como
remoto y inalcanzable?

Entonces, ¿por qué no creamos un nuevo léxico?
Si resurgimos de este abismo austero,
solamente las primeras pisadas serán duras.
Las extensiones ilimitadas nos atraen al amanecer de un nuevo día.
Inhalaremos el aire fresco
del valle abundante que nos rodea.
Purificaremos de nuestras caras la mugre de aversión de uno mismo.
El vaivén, el auge y caída –son estos el juego que juega el Tiempo.
Pero la imagen que vemos en el espejo del Tiempo
incluye nuestra gloria también nuestros logros
–pues alcemos la mirada hasta la amistad,
por lo tanto entrever la belleza en cada rostro
de cada visitante en este jardín de muchas flores.
Nos encontraremos con ‘potenciales’,
una palabra en que tú y yo son equitativos;
una palabra en que nosotros y ellos son iguales.
Entonces,
¡Ven, creemos un nuevo léxico!


Traducción del inglés:  Alexander Best
**
Imagen:Picture
Deep in the recesses of my heart hangs a picture of myself
God knows who painted it and when
There it remains hidden from me and my friends
But if ever I glimpse at it, even by accident,
My heart shudder at the comparison with myself.
F. Riaz

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char