jueves, 8 de noviembre de 2018

Cuando un poeta canta estamos en sus manos

Friedrich Novalis

(Alemania, 1772-1801)

De Gérmenes o Fragmentos

El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros.

No sólo la facultad de reflexión funda la teoría. Pensar, sentir y contemplar hacen una sola cosa.

Pensar es un movimiento muscular.

El lenguaje significa para la filosofía lo mismo que para la música o para la pintura: de ninguna manera es el medio adecuado de la representación.

La vida es una enfermedad del espíritu, una acción apasionada.

El espacio traspasa al tiempo como el cuerpo al alma.

Tiempo es espacio interior. – Espacio es tiempo exterior.

Morir es una actitud genuinamente filosófica.

Versión de J. Gebser
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De HIMNOS A LA NOCHE
¿Debe retornar siempre la mañana?…

¿Debe retornar siempre la mañana? ¿No tiene fin la fuerza terrestre? Desventurada agitación consume la llegada celeste de la noche. ¿No arderá eternamente la víctima secreta del amor? Medido fue el tiempo a la luz, pero el dominio de la noche no tiene espacio ni tiempo. -Eterna es la duración del reposo, santo reposo-siempre agrada al consagrado de la noche en este día de trabajo terreno. Solamente los torpes te desconocen y no saben de ningún sueño como el de las sombras, el que en aquel crepúsculo de la noche verdadera compasivamente nos envías. No te sienten en el raudal dorado de las uvas -ni en el aceite milagroso del almendro, ni en el jugo marrón de la amapola. No saben que eres quien mueve el pecho suave de la doncella y vuelve cielo al regazo- entras libremente abriendo el cielo de antiguas historias y traes la llave a las habitaciones de los bienaventurados, mensajero callado de infinitos misterios.
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5
Sobre el extenso linaje humano…
(Fragmento)

Sobre el extenso linaje humano dominaba en otros tiempos un destino férreo con silencioso poder. Un lazo fuerte y oscuro circundaba su alma recelosa. -Infinita era la tierra- residencia de los dioses y patria suya. Desde la eternidad se levantaba su edificio secreto. Sobre la montañas rojas de la mañana, en el seno sagrado del mar habitaba el sol, la vivida luz que todo lo enciende. Un viejo gigante transportaba al mundo venturoso. Bajo las montañas yacían los hijos prístinos de la madre tierra. Impotentes en su furia destructora contra la nueva y magnífica estirpe divina y contra sus familiares, los hombres felices. La profundidad verde y oscura del mar era el regazo de una diosa. En las grutas de cristal holgaba un pueblo opulento. Ríos, árboles, flores y animales tenían sentidos humanos. El vino sabía dulce, escanciado por la juventud plena -un dios en las uvas-una diosa amante y maternal crecía henchida de gavillas doradas- la santa embriaguez del amor servía a la hermosísima esposa divina -una fiesta perdurable y colorida embriagaba la vida de los niños celestes y de los habitantes terrenales como una primavera a través de los siglos-. Todas las especies honraban con sencillez la llama suave y múltiple como lo más elevado del mundo. Sólo había un pensamiento, una pavorosa imagen soñada,
que horrible entró a las mesas alegres y cubrió el ánimo de espanto salvaje.
Los mismos dioses no sabían palabra alguna que consolara el pecho angustiado, era secreto el sendero de esa hostilidad, ni súplica ni ofrenda sosegaban ese furor; era la muerte que interrumpía el placer y la orgía con miedo y con dolor y con lágrimas.
Separado eternamente de todo lo que incita el corazón con voluptuosidad,
separado de los amados que en este mundo
se mueven por el dolor largo y un anhelo vano,
apareció el sueño abatido que el muerto conoce,
desmayada lucha sólo impuesta a él. Quebrado estaba el arco del gozo en la roca del disgusto infinito.

Con espíritu audaz y ardor sensible el hombre embelleció su horripilante máscara- Un suave joven apaga la luz y reposa-suave es el fin como un soplo en el arpa.
El recuerdo se derrite en el fresco río de sombras,
así cantaba la canción a la triste necesidad.
Indescifrable fue la noche eterna, signo grave de una fuerza remota.

En el fin se inclinó el mundo viejo. Se marchitó el jardín de delicias de la estirpe joven -hacia el espacio desierto y frío avanzaban hombres precoces y crecientes. Los dioses desaparecieron con su cortejo-La naturaleza quedó solitaria y sin vida. Con una cadena de hierro se ciñó el número árido y la medida estricta. La inconmensurable flor de la vida se desbarató en oscuras palabras como en polvo y en aire.
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Cuando un poeta canta estamos en sus manos: él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas; sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos.

El camino misterioso va hacia el interior. Es en nosotros, y no en otra parte, donde se halla la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro.

Todo objeto amado es el centro de un paraíso

Cuando veas un gigante, examina antes la posición del Sol; no vaya a ser la sombra de un pigmeo

Lo que ahora no alcanza la perfección, la alcanzará en un intento posterior o reiterado; nada de lo que abrazó la historia es pasajero, y a través de transformaciones innumerables renace de nuevo en formas siempre más ricas.

Es tocar el cielo, poner el dedo sobre un cuerpo humano.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char