viernes, 29 de enero de 2010

También son eficaces las lágrimas


OVIDIO
(Publio Ovidio Nasón)
(Italia, 43 aC-17 dC)


Arte amatoria
(fragmentos)

Libro I
(...)
Ante todo, ten el firme convencimiento de que todas las mujeres pueden ser conquistadas, y las conquistarás con tal que tiendas las redes. Antes cesarán de cantar los pájaros en primavera, en estío las cigarras y el perro del Ménalo huirá asustado de la liebre, antes que una joven rechace las solícitas pretensiones de un joven. Incluso aquella de la que puedas pensar que no quiere, querrá. El amor furtivo agrada a la mujer tanto como al hombre. El hombre no sabe disimular; la mujer encubre mejor sus deseos. Si cuadrara bien a los hombres no adelantarse en el ruego, sería la mujer la que, vencida, adoptaría el papel de suplicante. En los amenos prados la vaca llama con sus mugidos al toro y la yegua llama siempre al cornípedo caballo. Entre nosotros la pasión amorosa es menos viva y no tan violenta. La llama viril tiene un límite natural. (…)
Ánimo, y no dudes que saldrás vencedor en todos los combates; entre mil apenas hallarás una que te resista; las que conceden y las que niegan se regocijan lo mismo al ser rogadas, y dado que te equivoques, la repulsa no te traerá ningún peligro. (…)
No se te ocurra rizarte los cabellos con hierro, ni pulir tus piernas con la áspera piedra pómez. Deja estos afeminamientos para aquellos que ululando al modo frigio, celebran a la diosa del monte Cibeles. Un aspecto desaliñado cuadre bien a los hombres. (…) Preocúpate del aseo, aunque tu piel esté curtida por los ejercicios del Campo de Marte. Lleva la toga airosamente y sin manchas. Ata bien tu calzado; que tus dientes no estén sarrosos, que un mal corte de pelo no erice ridículamente tu cabellera; que tus cabellos y tu barba sean cortados por una mano experta. No te dejes las uñas largas y llévalas siempre limpias; no permitas tampoco que te asome ni un solo pelo por las ventanas de la nariz. Que tu boca no despida un fétido aliento recordando el olor del macho cabrío. Todo lo demás déjalo para las jóvenes lascivas o para el varón que busca torpemente varón. (…)
Cuando las mesas se levantan y los convidados se retiran, aprovecha las circunstancias del lugar y la confusión de la multitud para aproximarte a ella; mézclate entre la turba, colócate sin sentir a su lado, pásale el brazo por el talle y toca su pie con el tuyo. Esta es la ocasión de abordarla; lejos de ti el agreste pudor; Venus y la Fortuna alientan siempre a los audaces. No esperes que yo te dicte los preceptos de la elocuencia; rompe atrevido el silencio, y las frases espontáneas y felices acudirán a tus labios. Tienes que representar el papel de un amante y tus palabras han de quemar como el fuego que te devora; te serán lícitos todos los argumentos para persuadirla de tu pasión y serás creído sin dificultad. Cualquiera se juzga digna de ser amada y aun la más fea da gran valor a sus atractivos; mil veces el que simula el amor acaba por sentirlo de veras y termina por ser lo que al principio fingía. ¡Oh jóvenes!, tened tolerancia con los que se aprestan a engañaros; muchas veces un falso amor se convierte en verdadero. Esfuérzate por apoderarte de su albedrío con discretas lisonjas, como el arroyo filtra sus claras ondas en las riberas que lo dominan. Prodiga sin vacilación tus alabanzas a la belleza de su rostro, a la profusión de sus cabellos, a sus finos dedos y su pie diminuto; la mujer más casta se deleita cuando oye el elogio de su hermosura, y aun las vírgenes inocentes dedican largas horas a realzar sus encantos. (…)
No seas tímido en prometer; las jóvenes claudican por las promesas, y pon a los dioses que quieras como testigos de tu sinceridad. (…)
También son eficaces las lágrimas; con lágrimas ablandarás el diamante. Procura, si puedes, que ella vea tus mejillas humedecidas. Si te faltan las lágrimas (pues no siempre acuden en el momento oportuno) mójate los ojos con la mano. ¿Qué hombre experimentado no mezclará los besos con las tiernas palabras? Aunque ella no te los dé, tómalos sin su permiso. Quizás en un principio se resista y te llame “insolente”; pero, aún resistiéndose, deseará ser vencida. Procura tan sólo que los besos, brutalmente arrebatados, no dañen sus delicados labios y que no pueda quejarse de tu rudeza. El que habiendo robado besos no se apodera de lo demás, merece perder incluso lo que se le concedió. Después de los besos, ¿qué falta para conseguir todos tus deseos? ¡Ay!, eso es simpleza, y no prudencia. Podríais llamarlo violencia, pero esa violencia agrada a las mujeres. Lo que les agrada conceder, muchas veces desean concederlo contra su voluntad. Cualquier mujer a quien se roba bruscamente y por sorpresa un placer de Venus, se alegra y considera la insolencia como un obsequio. Pero la que, habiendo podido ser forzada, se retira intacta, aunque simule alegría en su rostro, estará triste. (…)
***

Me ruborizan las lecciones que quedan por dar; pero la buena Dioné me dice: "Eso que avergüenza es precisamente nuestro asunto. Cada mujer debe conocerse bien y, según su físico, elegir tal o cual postura: no conviene a todas las formas. La mujer cuyo rostro es particularmente bonito se echará sobre la espalda. Y es la espalda lo que deberán enseñar las que estén satisfechas de su cuerpo. ¿Hay arrugas en tu vientre? Pues haz corno el parto, que combatía volviendo la espalda. Milanión llevaba sobre sus hombros las piernas de Atlante; si las tuyas son bellas, hay que mostrarlas de la misma manera. La mujer pequeña adoptará la postura del jinete; pero, demasiado alta, jamás la Tebaina, esposa de Héctor, se puso sobre su marido a caballo. La mujer ha de hacerse admirar por la línea de su flanco, se representará de rodillas sobre la cama, con la cabeza un poco inclinada hacia atrás. Si vuestros muslos conservan el encanto de la juventud y vuestro pecho no tiene defectos, el hombre permanecerá de pie, mientras vosotras os tenderéis sobre el lecho perpendicularmente a él. En esta actitud no os avergüence soltar vuestra cabellera, como las Bacantes, y volved la cabeza dejando vuestros cabellos en cascada. Hay mil maneras de gustar los placeres de Venus; la más sencilla y menos cansada es echarse a medias sobre el lado derecho. Pero ni los trípodes de Febo, ni Ammon, el de la cabeza de toro, serán para vosotras más seguros oráculos que mi Musa. Si hay algo que merezca confianza, son los consejos de mi tratado, fruto de una larga experiencia; nuestros versos no defraudarán vuestra confianza. ¡Que la mujer sienta el placer de Venus penetrarla hasta lo más profundo de su ser, y que el goce sea igual para su amante que para ella! ¡Que las conversaciones amorosas y los dulces murmullos no se interrumpan jamás, y que las palabras lascivas encuentren un lugar entre vuestros juegos!
***
Las Metamorfosis
(fragmentos)


¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde viene el ámbar? ¿De dónde procede el laurel? ¿y animales como la araña, el gavilán, los murciélagos, el cisne, y un largo etcétera? ¿Y las constelaciones? ...
Hoy en día parece que tenemos una explicación para casi todo. En muchos de los casos se tratan de "explicaciones científicas".
Hace muchos años,las explicaciones de los fenómenos que se escaban a la mente humana eran mucho más sencillas y complejas a la vez.
Eran cuentos, historias, leyendas... que surgían alrededor de una hoguera en las noches cálidas que ofrece el Mediterráneo.
La cultura griega siempre me ha fascinado. Hay un libro que, además de divertido, da una visión de las cosas original, diferente, más romántica...
No podía dejar pasar la oportunidad. Aquí os dejo un botón de uno de mis libros favoritos.
Sin duda, os lo recomiendo a todos aquellos que os gusten las buenas historias y dejar volar la imaginación.
***

Incluso los que llamamos elementos no subsisten; y poned atención a las etapas que recorren: os lo voy a enseñar. Cuatro sustancias primordiales contiene el eterno mundo; dos de ellas son pesadas, la tierra y el agua, y por su propia gravedad se desplazan hacia abajo, y otras tantas carecen de peso y, si no hay nada que sobre ellas presione, se dirigen a lo alto: el aire y el fuego. Aunque estas sustancias están especialmente separadas, todas las cosas, empero, se producen a partir de ellas y a ellas van a parar y la tierra, desmenuzada se enrarece pasando a líquida agua, el elemento húmedo se adelgaza y va a confundirse con las brisas y el aire, y de nuevo el aire, perdiendo peso a su vez y alcanzando la máxima delgadez, salta a los fuegos de arriba; a continuación se vuelve atrás y la misma sucesión se produce de nuevo en sentido inverso; pues el fuego se espesa y pasa a ser aire denso, éste a agua, y, apelotonándose las ondas, resulta tierra solidificada.
Y tampoco subsiste la apariencia propia de ninguna cosa, y la naturaleza, renovadora del mundo, construye unas figuras a partir de otras; y en el universo entero, creedme, nada hay que perezca, sino que todo cambia y renueva su aspecto, y se llama nacer a empezar a ser cosa distinta de lo que antes se era, y morir a dejar de ser eso mismo. A pesar de que aquellas cosas hayan podido ser transferidas aquí y éstas allí, en su conjunto, sin embargo, todo se mantiene.
***

No tomes la vida que no puedes dar;
pues todas las cosas tienen el mismo derecho de vivir,
mata criaturas nocivas donde sea pecado salvar;
esta única prerrogativa tenemos;
pero alimenta la vida con comida vegetal,
y rehúye el sabor sacrílego de la sangre.
**

2 comentarios:

Unknown dijo...

Una entrada digna de ser leída en repetidas ocasiones. Su análisis, así lo requiere.
Un abrazo

Irene Gruss dijo...

Jan Puerta, gracias por pasar. "Si quieres ser feliz, como me dices, no analices", Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char