miércoles, 6 de abril de 2011

La sensibilidad no es cualidad de grandes genios

DENIS DIDEROT
(Langre, Francia, 1713-París, 1784) 

«Que quien no ha estudiado y sentido los efectos de la luz y de la sombra en los campos, lo más profundo de los bosques, en las casas de las aldeas, sobre los tejados de las ciudades, de día, de noche, abandone los pinceles. […] No solamente en la naturaleza, sino en los árboles, en las aguas de Vernet […] es bello el claro de luna.»De
Escritos sobre arte, Editorial Siruela, Madrid, 1994.
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Fragmento de La paradoja del comediante
 
Nosotros somos los que sentimos; ellos, observan, estudian y pintan. ¿Lo diré? ¿Por qué no? La sensibilidad no es cualidad de grandes genios. Estos amarán la justicia, pero practicarán esta virtud sin gustar su dulzura. No es su corazón, sino su cabeza, la que hace todo. A la menor circunstancia inopinada, el hombre sensible la pierde; no será ni un gran rey, ni un gran ministro, ni un gran capitán, ni un gran abogado, ni un gran médico. Llenad la sala del teatro con estos llorones, pero no me coloquéis ninguno en las tablas. Ved las mujeres: no cabe duda que nos superan, y con gran ventaja, en sensibilidad; ¡qué diferencia de ellas a nosotros en los momentos de pasión! Pero tan por encima están de nosotros cuando obran, como por debajo cuando imitan. La sensibilidad no va nunca sin cierta flaqueza de organización. La lágrima que vierte el hombre verdaderamente hombre nos conmueve más que todos los llantos de una mujer. En la gran comedia, la comedia del mundo, a la que siempre vengo a parar, todas las almas sensibles ocupan la escena; todos los hombres de genio están en butacas. Los primeros se llaman locos; los segundos, que dan en copiar sus locuras, se llaman cuerdos y sabios.
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De Pensamientos filosóficos



(...) Sólo el deísta puede enfrentarse al ateo. (...) al conocimiento de la naturaleza es al que le estaba reservado hacer grandes deístas. (...) es (...) en las obras de Newton, (...) donde se han encontrado las pruebas satisfactorias de la existencia de un ser soberanamente inteligente. Gracias a la labor de estos hombres extraordinarios, el mundo ya no es un dios: es una máquina que tiene sus ruedas, sus cuerdas, sus poleas, sus resortes y sus pesos. (...) ¿No queda mejor demostrada la inteligencia de un primer ser a través de la obra de la naturaleza (...)? (...) El deísta afirma la existencia de un Dios (...)

(...) Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre. (...) ¿Qué es un escéptico? Es un filósofo que ha dudado de todo lo que cree, y que cree lo que un uso legítimo de su razón y de sus sentidos le ha demostrado como verdadero. (...) Lo que jamás ha sido puesto en duda no puede ser de ninguna manera probado. Lo que no ha sido examinado sin prevención no ha sido jamás bien examinado. El escepticismo es, por consiguiente, el primer paso hacia la verdad. (...) sería deseable que una duda universal se propagase por la superficie de la tierra (...) “Por la razón y no por la violencia es por donde hay que llevar al hombre a la verdad”. (...) Una sola demostración me afecta más que cincuenta hechos. Gracias a la extrema confianza que tengo en mi razón, mi fe no está a merced del primer saltimbanqui. (...)
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Imagen: Claude-Joseph Vernet - Seehafen in Abendstimmung

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char