domingo, 26 de mayo de 2013

Unas palabras suaves en el camino de los ojos

ALICIA GENOVESE
Tomada de www.scielo.cl

(Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, 1953-) 



Para permanecer
saber del agua.      

La orquídea para vivir
necesita convencerse
de que puede morir

ni sol directo
ni agua anegadiza
la media sombra asfixiante
de la selva tropical
la sola humedad.

Desde su retiro, lejos
de aguaceros la orquídea
elige el resplandor,
el aire denso
y agua de nubes
filtradas por el bosque
como por un lienzo.

La perfección sensible
de esa vara
tolera más la falta
que el exceso.

De Aguas, Ed. Cuadro de tiza, Chile, 2012
***
LA ESTRATEGA                   

Mover las sombras es lo que se hace
cuando no es posible discernir lo que

está pensando el adversario.                                                                 MIYAMOTO MUSASHI

Fingir un ataque poderoso
para conocer en las reacciones
la intención del otro;
es lo que un maestro oriental llama 
mover las sombras.

Pero no hubo respuestas;
los ejércitos no se desplegaron
en escuadra,
los barcos no izaron sus velas
en el viento de la furia,
ni partieron columnas de avanzada,
con sus petos inclinados
y su andar sigiloso.
Ningún guerrero solitario
saltó por detrás de la espesura
con una verdad afilada
como un sable legado por ancestros.

Nada que pudiera encontrarse
en el arte de la guerra;
apenas una contenida alteración
y unas palabras suaves
en el camino de los ojos;
sólo la palidez de quien intenta
relajar su movilidad;
una fineza experimentada
en el combate, que distingue
la clase de golpes,
por el pulso del corazón.

Un peligro mayor
deshacía su estrategia
y la del maestro oriental;
le descomprimía los músculos
y la invadía
con una inequívoca exudación;
estaba siendo amada,
más aún, debía aceptarlo.

De La Hybris, Bajo la luna, 2007

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char