domingo, 22 de septiembre de 2013

El campo resplandece apagado

KATARINA FROSTENSON
Tomada de desdebabia2.files.wordpress.com

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(Brännkyrka, Suecia, 1953)

No –no lo negro, coagulado como
hombres como cuerdas, rígidos, clasificantes –¡es lo azul!
con branquias, que envuelven con cuidado –los que saben
silenciosamente desaparecer.
***
FUEGOS VERDES

El camino está bordeado de espejos cubiertos
El campo resplandece apagado:

Tres remiendos negros y uno verde
Una huella fresca en mi alma

Paraje de distancia
El deseo es mi pensamiento

El cielo tensa su lienzo gris
Arde un fuego junto a mi rodilla

Se mueven unas liebres entre las espigas
***

No
no empieces no empieces ahora, de nuevo
no empieces a encerrar mundos en corsé; con cordones de palabras
ata, determina, tuerce palabras
hasta que los poemas anden por sí mismos con los pies para adentro;
              animales guías, animales perezosos
eternos, divididos, escritura poética
en líneas, raicillas con viejo olor a arce
limpias, pulidas
mundos cerrados –tics
viejos tics hediondos –no, no empieces–.

Traducción: Francisco J. Úriz.
**
De Poesía Nórdica. F. J. Úriz. Ediciones de la Torre 1999.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char