jueves, 12 de noviembre de 2015

Los lobos no son tan malos como los corderos

Kenneth Rexroth 

(South Bend , Indiana, EE.UU. -Montecito, California, EE.UU., 1982)

Ellos dicen que esto no es un poema

El orden en el universo
Es sólo el reflejo
De la voluntad y la razón humanas.
Todo ser es contingente,
Ningún ser subsiste por sí mismo.
Todos los objetos son movidos por otros objetos.
Ningún objeto se mueve por sí mismo.
Todos los seres tienen origen en otros seres.
Ningún ser lleva en sí su propia causa.
No hay ser que sea perfecto.
El ser ignora la economía.
Los seres se multiplican
Sin una necesidad. No poseen
Principio de razón suficiente.
El único orden de la naturaleza
Es la relación armónica
De una persona con otra.
Las relaciones que abjuran de la persona
Son por esencia caóticas.
Las relaciones entre las personas
Son el modelo a través del cual vemos
En la naturaleza un sistema.
Desde Homero, todos los hombres sensibles
Nos han exhortado una y otra vez
Acerca de que el universo y
Los grandes principios y fuerzas
Que mueven el mundo, poseen armonía
Sólo como reflejos
Del coraje, la lealtad,
El amor y la honestidad de los hombres.
Dejados a su suerte, esos principios son crueles
Y completamente superfluos.
El hombre que claudica ante ellos acaba en la locura,
Mata a sus hijos, su mujer o sus amigos
Y muere sumergido en el polvo sangriento,
Habiendo destruido el trabajo
Atesorado por las manos de otros hombres
Sólo quien es más listo que ellos logra sobrevivir
Y encuentra un hogar donde envejecer.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal
**
Vacío solo

Tiempo como cristal
Espacio como cristal
Me siento en silencio
En cualquier parte cualquier cosa
Sucede
Muda sonora apacible turbulenta
La serpiente se enrosca
Sobre sí misma
Todas las cosas translúcidas
Después transparentes
Luego volátiles
Sólo vacío
Sin límites
Sólo la canción infinitamente
Apagada
De la mente enroscándose
Sólo

Versión de Carlos Manzano
 **
Lobos 

Nunca creas todo lo que se dice. 
Los lobos no son tan malos como los corderos. 
Yo he sido un lobo toda mi vida, 
y tengo dos hermosas hijas 
para probarlo, mientras que podría 
contarte historias enfermas 
de corderos que recibieron su justo merecido. 

Versión s/d
**
Anteojos de color rosa

Diez años, y todavía está en la
Radio. La vie en rose
Se derrama desde una docena de ventanas
En el canal. Una mujer
Y su hijo en una barcaza
De verduras la cantan. Un hombre, limpiando
La proa de su góndola,
La canta mientras su perro mueve la cola.
Los chicos jugando a la rayuela la cantan.
Ropa a medio lavar cuelga sobre las cabezas.
Flota basura en el estrecho canal.
Más radios se suman. A través
Del canal, detrás de las ventanas enrejadas
De la Cárcel de Mujeres, un centenar
De puras voces de carteristas
Y prostitutas comienza a cantarla.
Es como estar en la iglesia.
El próximo número es Ciao, ciao, bambina.

Versión de Jorge Aulicino
**
La poesía ha cambiado poco en el curso de los siglos, 
los temas siguen siendo los mismos. 
Por amor de Dios, despójate de tus vestidos y 
métete en la cama, 
no vamos a vivir eternamente?. 
Los pétalos se caen de la rosa?, 
también nosotros nos caemos de la vida, 
los valores caen de la historia igual que los hombres bajo las bombas. 
Sólo una mínima parte sobrevive, 
sólo un logro desconocido, 
que podrá ser grabado sobre las lápidas 
de todos los campos de batalla: 
Pobre diablo, nunca se enteró de nada?. 
Dentro de mil años, 
hombres con gafas vendrán con sus palas, 
y darán conferencias en las universidades sobre los progresos 
y los atrasos culturales. 
(...) 
Este año hemos hecho cuatro grandes ascensos, 
hemos acampado durante dos semanas en lo alto de la montaña, 
hemos observado cómo Marte se aproximaba a la tierra, 
y cómo se extendía la aurora tenebrosa de la guerra 
sobre el cielo de una civilización decadente. 
Estos son los últimos años terribles de la autoridad. 
La enfermedad ha alcanzado un punto crítico. 
Diez mil años de poder, 
el combate entre dos leyes: 
el reino del hierro y la sangre derramada, 
contra la persistente solidaridad de la sangre y el cerebro 
que aún están vivos. 

Versión s/d
**
Carta a William Carlos Williams

Querido Bill,
cuando indago el pasado para ti,
algunas veces pienso que eres como
San Francisco, cuya carne se separaba
de él como alegre nube
y se confundía con toda cosa amante
-burros, flores, leprosos, astros-,
pero pienso que te asemejas aún más
al hermano Enebro, que sufrió
todos los ultrajes y glorias
sonriendo como un tonto manso.
Tú estás en alguna parte en las Florecillas,
porque eres un tonto, Bill,
como el tonto de Yeats, símbolo
de toda sabiduría y belleza.
Eres tú quien se eleva frente
a Elena en toda su sabiduría,
a Salomón, en toda su gloria.

¿Recuerdas hace años cuando
te dije que eras el primer
gran poeta franciscano desde
el medioevo? Perturbé
el tranquilo curso de la cena;
tu mujer pensó que estaba loco.

Y en cambio es verdad. Y también eres "puro",
un auténtico clásico, aunque no lo grites
del todo como
las muchachas de la Antología.
No como la estridente Safo que,
con toda su grandeza, debió
haber sufrido de endometriosis,
sino como Anite, que dice
sólo lo necesario, lentamente, como para
recordarlo durante milenios.

Es una calma maravillosa
la tuya, una manera de conservar
todavía el mundo y sus
sucios ríos, y los tachos de desperdicios,
carretillas rojas esmaltadas de lluvia,
frías ciruelas robadas de la heladera,
y encajes de la reina Ana, y margaritas,
y brotes que revientan
en las calles fangosas, y vientres salpicados
con niños dentro, y Cortés
y Malinche sobre la sangrienta
calzada, muerte de las flores del mundo.

Hoy, cuando la prensa se tambalea
con charlatanes, que quedas quieto,
cada año un manojo de silencio,
poemas que no tienen nada que decir,
como el silencio de George Fox,
sentado tranquilo debajo de la nube
de todas las tentaciones del mundo,
cerca del fuego, en la cocina,
en el valle de Beavor. Y
el arquetipo, el silencio
de Cristo, cuando calló largamente,
y luego dijo: "Tú lo has dicho".

Ahora, en un poema reciente, tú dices:
"Yo que estoy por morir".
Quizá no es más que una cita
tomada de los clásicos, pero me produce
un estremecimiento. ¿Dónde
conseguiste eso, Williams?
Presta atención. Vendrá el día
en que una mujer joven caminará
a lo largo del diáfano río Williams,
por donde corre a través de un idílico
paisaje de Ninguna parte,
y les dirá a sus niños:
"¿No es hermoso? Se lo llama
con el nombre de aquél
que caminaba por aquí cuando lo llamaban
río Passaic, y estaba sucio
de venenosos excrementos
de enfermos y fábricas.
Era un gran hombre, sabía
que aun entonces era hermoso, aunque
ningún otro lo supiera, entonces,
en la Edad Oscura. Y el
hermoso río que él vio
todavía fluye en sus venas, como
lo hace en las nuestras, y fluye en nuestros ojos,
y fluye en el tiempo, y nos hace
parte de sí mismo y de él.
Esta, niños, es lo que se llama
una relación sacramental.
Y esto es lo que es
un poeta, niños, uno que crea
relaciones sacramentales
que duran para siempre".
Con afecto y admiración,
Kenneth Rexroth.

Versión de Alberto Girri

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char