lunes, 7 de noviembre de 2016

La mayor parte fue bullicio

CARLOS NÚÑEZ
Tomada de facebook

(Buenos Aires, Argentina, 1955)

Tánatos

No siempre
locamente
hacíamos
deshacíamos.
A veces nos quedábamos
a la sombra, cercanos
de cielos y mareas,
especulando en tabaco;
qué haríamos si hubiese
algo más del otro lado.
No siempre nos detuvo
en la tarde verte
regresar
a ese país misterioso y lejano .
También fuimos guerreros
entre bestias y sangre
humeantes en el frío
creyéndonos felices por ganar la batalla.
No siempre
este silencio que avecina mi mente
se ha considerado el preámbulo
del adiós hacia el que fluyo.
La mayor parte fue bullicio;
adoradas magnolias
sobre las que caímos
como un brazo del diablo
profanando conciencias.
En las alas de un ángel
vaciábamos la carne
desabrigando al mundo
tan pequeño y lejano
Y ahora todo es músculo
que sucumbe al oxígeno;
ojo parcial
contra las olas
que golpean los restos
de pájaros hinchados.
El barquero se extiende
con mecánico impulso a tomar las monedas
(¿para qué querrá el dinero el desgraciado?)
¿O será que tan sólo nos libera del peso y
sin que nadie lo vea las arroja al Leteo?
**

Era la primera vez
que llevaba el torso desnudo
los dientes me apretaban
y pude sentir el calor de las luces
de Vladimir Klichstko cuando tuvo su primera pelea como profesional.
**
Noticia 40
Sobre la mesa queda
un poco de tu pierna
una pala
bra algún vaso
queda el incendio que ardió como
tus ojos en la infancia

en la mano con ciclones
alguno papeles
los platos sucios
un pañuelo en el que lloraste
también
están mis ojos parecidos a la sombra
un libro migas / mapas
No sé por qué
la mesa se corrió un poco
hacia la ventana en los últimos tiempos
y se le aflojaron las patas
ahora cruje porque entra el
viento que sacude la bombita
que cuelga del techo que se apaga
que se enciende
y tengo una sensación de barco de
marea de ancla poderosa
de cadena tensa
como partir
sin nadie.


de "En la Colmena".


Tomados de su muro de Facebook.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char