martes, 27 de junio de 2017

Todos los tigres en su tigre

Amelia Biagioni 

(Gálvez, provincia de Santa Fe, Argentina, 1916-Buenos Aires, 2000)


CINCO CEREMONIAS DE LA TINIEBLA
(Poemas 1 y 4 )
1 — Concéntricos
Ardiendo frío circula en su curva idea
sin pausa el cazador plural
el invisible
—a quien tu nuca en todo sitio ve—
condenado a la esperanza y al éxtasis
de matar.
Lleva en el ojo un cazador que acecha
y este en el ojo un cazador que acecha
y este en el ojo un cazador que acecha
y así hasta las tinieblas.
Piensa sin tregua el ejemplar
su forma peso andanza olor sonido
lo piensa hermoso impar posible
infinito
—en su ciervo todos los ciervos
todos los tigres en su tigre—
lo piensa hasta sentirlo mente afuera
hasta verlo entrar en su mira.
No se prodiga no se agita.
Elabora la oblicua táctica
se ensaya ojo tras ojo, y en el instante
en que su geometría dice ¡Ya!
desde el ojo más hondo
ese que no termina
ese que nunca duerme
ese que ronda inmóvil
desenfunda sus concéntricos cazadores
los despliega
consuman
los pliega
se los hunde.
Y en la continua curva idea
el acecho se inicia.
4 — Grabado en fémur
Llevo sus armas
guardo en mi noche a la de altivo andar
y he comido
según el rito
la voz que conduce y otorga
la mirada solar
el compás de león
el rumbo de rubí
la infinita posteridad
y la final sonrisa
del enemigo,
para poder usar
su sombra coronada.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char