miércoles, 19 de julio de 2017

Está bien, no existes

RENÉ CHAR

(L'Isle-sur-la-Sorgue, Francia, 1907-París, id., 1988) 


Hambre roja

Eras insensata.

¡Qué lejos ya!

Moriste, un dedo ante tu boca,
En un noble movimiento,
Para poner punto a la efusión;
En el frío sol de un verde límite.

Eras tan bella que nadie advirtió tu muerte.
Más tarde, era de noche, echaste a andar conmigo.

Desnudez sin recelo,
Senos corroídos por tu corazón.

A sus anchas en este mundo que ocurre,
Un hombre que te había estrechado en sus brazos,
Se sentó a la mesa.

Está bien, no existes.
**
Estrangulé a mi hermano

Estrangulé
A mi hermano
Porque no le gustaba dormir
Con la ventana abierta

Hermana mía
Dijo antes de morir
Noches enteras he pasado
Mirándote dormir
Inclinado sobre tu resplandor en el vidrio.

Traducciones: Raúl Gustavo Aguirre

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char