jueves, 8 de febrero de 2018

Aquí piensan en pandilla, se divierten en pandilla, ríen en pandilla

Charles Baudelaire

(París, Francia, 1821-id., 1867)

Por Elvio Gandolfo

Charles Baudelaire viajó a Bélgica en busca del esquivo dinero, para dar varias conferencias en el Círculo de las Artes y buscar editor. En carta a la madre reconoce:
Entre nosotros, todo va muy mal. Llegué demasiado tarde. Existe aquí una gran avaricia, una lentitud infinita para todas las cosas, una cantidad enorme de cerebros vacíos, para decirlo claro, toda esta gente es más estúpida que los franceses.

Baudelaire no soportaba a Bélgica ni a los belgas. Sin embargo pasó sus dos últimos años de lucidez en ese país, hasta que un ataque cerebral (secuela de una sífilis mal curada) lo devolvió a París. Parte de esa experiencia (vivir en un país detestado) la trasladó a una abundante serie de anotaciones que se conocieron poco a poco, muchos años después de su muerte.
Fuente: La Nación, mayo de 2015.
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Pobre Bélgica
(Fragmentos, cartas de la época)

Todo ha sido un fracaso. Quiero, sin embargo, que me sirva para algo y estoy haciendo un libro sobre Bélgica. ¡Ya he escrito la parte relativa a las costumbres, usos, política, clero, librepensadores! Ahora paso a ocuparme de Amberes, Bélgica, Malinas, Brujas, Lieja, Gante, etc. En resumidas cuentas, lograré
hacer un libro divertido mientras me aburro soberanamente.
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 Aquí es temido volverse tonto. Atmósfera de sueño. Lentitud universal. (El corredor del ferrocarril es un símbolo.)
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 "En una callejuela, seis damas belgas mean cerrando el paso, unas de pie, otras de cuclillas, todas muy bien vestidas."
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Aquí piensan en pandilla, se divierten en pandilla, ríen en pandilla. Los belgas forman sociedades para encontrar una opinión. Por esa razón, no hay gente que sienta más asombro o desprecio con quien tenga una opinión disconforme con la suya. Además, a un belga le resulta imposible creer que un hombre crea
en todo lo que él no cree. Luego todo disidente es persona de mala fe.
El belga es muy inclinado a alegrarse de la desgracia ajena. Lo cual resulta ser, por otro lado, un motivo de conversación, ya que ¡se aburre tanto! Devoción generalizada por la calumnia. Fui varias veces víctima suya.
La miseria, que tan fácilmente enternece el corazón del filósofo en todos los países, aquí sólo puede inspirarle el más irresistible asco.
Así de marcada está la faz del pobre, desde su origen, con el vicio y la bajeza incurables. En Francia, la libertad está limitada por el miedo a los gobiernos. En Bélgica está suprimida por la necedad nacional.
Estoy en contra de la anexión. Bastantes necios hay ya en Francia, sin contar los de los antiguos territorios anexionados: bordeleses, alsacianos y demás. Pero no me opondría a una invasión y una razia, como en la Antigüedad, al estilo de un Atila. Todo lo bello podría ser llevado al Louvre. Nos pertenece de manera
más legítima que a los belgas, ya que ellos no entienden nada de arte.
Los belgas son tan tontos que no están dispuestos a luchar por sus ideas. Bien distinto sería ante una subida del precio de la cerveza.
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 "El belga es como el ruso, teme que lo examinen. Quiere ocultar sus llagas."
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"En el último momento, en el momento de marcharme -a pesar de todas las ganas que tengo de ver a mi madre, a pesar del profundo aburrimiento mayor que el que me producía la estupidez francesa, que me hizo sufrir tanto durante varios años- me sobrecogió un terror -un miedo indecible, horror de volver a ver mi infierno, de cruzar París sin estar seguro de poder repartir a mansalva el dinero."
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Carta a su madre: 
"Adivinaste sin duda mi terror a cruzar París sin dinero, de quedarme en París, mi infierno, solo seis o siete días, sin poder ofrecer garantías fidedignas a unos cuantos acreedores. No quiero volver a Francia más que gloriosamente."
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Carta a su madre
¿Tendré el tiempo suficiente, en el supuesto de que no me fallen los ánimos, para reparar todo lo reparable en mi vida? Si por lo menos tuviera la certeza de disponer aún de cinco o seis años. ¿Pero quién puede estar seguro de eso? La muerte se ha vuelto en mí una idea fija: sin venir acompañada por miedos
ñoños tanto he sufrido ya y tanto se me ha castigado que creo que pueden perdonárseme muchas cosas me resulta sin embargo odiosa por cuanto reduciría a la nada todos mis proyectos y por cuanto no he cumplido ni con un
tercio de lo que debo hacer en este mundo.
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Carta a Narcisse Ancelle
1° «No puedo moverme; 2°, tengo deudas; 3° para terminar el trabajo debo
visitar cinco o seis ciudades». (...) «Disculpe la parquedad de mi estilo; le escribo con una pluma que me han prestado».
Murió el 1° de septiembre de 1867.

Fuente: valparaisoediciones.es
Pobre Bélgica, Valparaíso eds. Granada, 2014. Traducción de Pablo M. López Martínez y Marie-Ange Sánchez 

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char