domingo, 21 de febrero de 2010

La normal alegría de anudar una cinta


Uno más de ADÉLIA PRADO
Adélia Luzia Prado Freitas
(Divinópolis, Brasil, 1935)


DOLORES

Hoy me dio tristeza,
sufrí tres tipos de miedo
acrecentados por un hecho irreversible:
no soy más joven.
Discutí política, feminismo
la pertinencia de la reforma penal,
pero al fin de estos asuntos
sacaba de mi bolso un pedacito de espejo,
y se me llenaban los ojos de lágrimas:
no soy más joven.
Las ciencias no me dieron socorro
ni tengo por definitivo consuelo
el respeto de los muchachos.
Fui hacia el Libro Sagrado
a buscar perdón para mi carne soberbia
y ahí estaba escrito:
"fue por la fe que también Sara, a pesar de su edad avanzada,
se volvió capaz de tener descendencia"...
Si alguien, insistí todavía, me fijara
en un cuadro, en un poema...
y fueran objeto de belleza mis músculos fláccidos...
Pero no quiero. Exijo la suerte común de las mujeres con sus baldes,
de las que jamás verán su nombre impreso y no obstante
sustentan los pilares del mundo, porque incluso viudas dignas
no rehúsan casamiento, antes bien creen que el sexo es agradable,
condición para la normal alegría de anudar una cinta en el cabello
y barrer la casa de mañana.
Tal esperanza imploro a Dios.
**
Traducción: Claudia Schvartz y Fernando Noy
Tomado de El corazón disparado, Ed. Leviatán, 1994.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char