sábado, 18 de mayo de 2013

La playa que antes de abandonar el sol ilumina


GUILLERMO SUCRE

(Tumeremo, estado Bolívar, Venezuela, 1933)

In-

flexiones de la palabra: hacen de uno muchos objetos
sin tocarlos sin gastarlos: no los palpan

re-
flexiones del cuerpo: escritura del universo
un objeto que no sea sensación
una memoria que no sea recuerdo
vaciar el sentido
lenguaje: reloj de arena
lo demás es lo viciado: lo pleno
de sentido de poder
palabras que no nuestras que no poseemos
de repente al apenas decirlas ya nos poseen

el mundo es una dicción que no nos es dado
pausar pautar sino con el cuerpo
***

Las palabras tienen que seguir siendo lo que son
lo que siempre han dejado de ser
no hay dos lenguajes: la misma palabra que habla
es la misma que calla
pero hay dos silencios: la misma palabra que calla
no es la misma que habla
cada palabra desplaza a otra que nunca logramos
decir.
***

Los que piensan que les ha llegado la hora
Los que piensan que les ha llegado la hora
y se aprestan para asumir su destino
los que saben que siempre llegan a deshora
contra todo destino
los que escriben para sobresalir
no para encontrar la salida  ¿Hay salida?

los que sólo viven para poner la vida en palabras
los que escriben para poner la palabra en la vida
los que lo coleccionan todo para sentirse perdurables
los que han contemplado una sola vez la belleza
y ya ello les depara una riqueza un desamparo
para siempre
***
De SERPIENTE BREVE
                        en ro(s)cas de cristal serpiente breve
                                                                                  g.

NOCHES BLANCAS

soñamos con las noches de San Petersburgo
y nos despertamos en Pittsburgo

EL OTRO AMANECER
el día dice que sí
porque la noche es
    perdurable

IL PENSIEROSO
si de verdad existimos
por qué nos creemos ilusorios

RECUENTO
tu rabia minuciosa no es
como tu espléndida tristeza
***
HAY LA CABEZA QUE NACE EN EL ESPEJO PULIDA POR
el pensamiento
aparece como la música que regresa después de
            un largo olvido
la luz que la dibuja desvela la noche de donde
            emerge
remota como el pájaro que late en nuestras
            manos
la piel quemada por las cicatrices de la
            intemperie
es la cabeza amada que yace en los acantilados
            al fondo de los años
la sal se destroza y se dispersa en su pelo
la playa que antes de abandonar el sol ilumina
            se despeja en su frente
sus ojos fijan la fría fulguración de quien
            despierta en medio del sueño
            y ya no reconoce el mundo.

la vida no es avara ni para preservarla
hay que saber también arriesgarla
como en el amor: más fuerte cuando más lo alimenta
el desamor
más vívido cuando nace y se extingue cada día
***

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char