lunes, 30 de enero de 2017

Acá hay un cielo gris blanqueado

LAURA WITTNER

(BUENOS AIRES, Argentina, 1967)

Un cantero

Un cantero de rosas
de distintos colores:
las veo sin anteojos.
“Parece que son rosas, y que hay
amarillas y blancas,
rosas, rojas”, me digo.
Para verlas en serio
me pongo los anteojos:
que dejen de ser bruma.
Pero el gesto de ponérmelos
trae nuevas inquietudes
y ahora que veo las rosas
concretamente
ya me olvidé de ellas.
Estoy en otra parte
y no las veo.
**
Placeres nocturnos
A Clara

También nosotras nos paramos a sentir la noche,
cada una en su barrio pero al mismo tiempo.
Acá hay un cielo gris blanqueado
que huele a agua de río o algo así.
No entro a casa; aspiro hondo,
le pido un deseo único a ese olor. ¿Se puede?
Y entonces el deseo se atomiza,
átomos del deseo cubren la ciudad:
empieza una lluviecita plana, discreta,
hecha de constancia, que no se escucha
con las ventanas cerradas.
Eso es cumplirse, más o menos, ¿no?

*Nota de la autora: Título y primer verso me lo prestó Pavese.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char