George Oppen
(New Rochelle, EE.UU.-California, id., 1908-1984)
17
Las raíces de las palabras
Oscurecen en los trenes subterráneos
Hay locura en el número
De vivos
“Un estado de la materia”
No hay nadie aquí, sólo nosotros, gallinas
Anti-ontología–
Él quiere decir
Que su vida es real,
Nadie puede decir por qué
No es fácil hablar
El feroz balbuceo público
De un habla sin raíces
Versión de Hugo García Manríquez
***
A la Memoria
¿Quién sino la Diosa?
Todo lo que es, es tuyo. Las causas,
Los comienzos están perdidos
Si tú los has perdido;
Pero de un parpadeo tuyo
Flores marchitas renacen
en su frescura ante nosotros,
Un paisaje se ahonda colina tras colina,
Y ramas se comban en la luz del día.
Nada significa el laúd, el lienzo
O el mármol sin ti; tampoco las playas
Que bordean el océano, el vientre
De nuestra madre.
Brillan galaxias en esa oscuridad. Oh tú,
Que eres oscuridad, el tuétano
De nuestra oscuridad y la iluminación.
Lo que tus manos han dejado caer
está perdido para nosotros.
Traducción de Alejandro Chacón
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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