miércoles, 30 de septiembre de 2009

Pentimento


La pintura vieja en un lienzo, a medida que envejece, a veces se vuelve transparente. Cuando eso ocurre, es posible, en algunas imágenes, ver las líneas originales: un árbol se mostrará a través de un vestido de mujer, un niño deja paso a un perro, un barco grande ya no está en mar abierto. Eso se llama pentimento porque el pintor, "arrepentido", cambió de idea. Tal vez sería bueno decir que la vieja concepción, reemplazada por una elección más adelante, es una manera de ver y luego ver de nuevo. Eso es todo lo que quiero decir sobre la gente en este libro. La pintura ha envejecido y yo quería ver lo que estaba allí para mí una vez, qué hay para mí ahora.
Introducción a Pentimento, de Lilian Helman.
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A veces, suelo mirar poemas, escrituras, y encontrar una coherencia que está implícita, incluso más allá de los cambios formales. Sumo al párrafo de Helman esta especie de muestrario sobre esa manera de ver lo que queda y lo que suma. Empiezo con Aulicino, y a medida que pueda agregar a otros, se incluirán como Etiqueta, en el margen derecho. IG
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JORGE AULICINO

AUSENCIA DE UN CARANCHO

Lo digo ahora que pasó el verano: aquel carancho
no logró establecer ninguna relación particular
con la noche, mientras gritaba sobrevolando la casa en el campo.
No podía esperarse que nada dependiera de su vuelo ciego.
Lo ignoraron las tejas, el molino, y sobre todo
los durmientes de la casa.
La carretera, la lechuza cazadora, la lámpara ahumada del cuarto,
tuvieron entre sí extrañas relaciones
a las que fue completamente ajeno el carancho.
He pensado largamente en sus alas
plateadas por la luna y en los piojos que le comen la barriga
y no produjo una sola idea digna de ser tenida en cuenta.
Ni piedad su exilio, ni irritación el recuerdo de su grito agudo y
ciego.
El carancho no se propuso como aviso de un límite,
no tiene dignidad de águila, es demasiado
animal para sostenerse en el poema.
La noche no fracasó por el carancho, ni siquiera fue un aguafiestas.
Es imposible una relación con el sinsentido del carancho.
Y así debería ser el poema, como el vuelo y el grito del carancho.
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De Paisaje con autor (Publicado en 1988 por Ediciones Último Reino)
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Cierta dureza en la sintaxis
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Cierta dureza en la sintaxis indicaba la poca versatilidad de aquellos cadáveres; el betún cuarteado de las botas
y ese decir desligado del verbo; verbos auxiliares,
modos verbales elegantemente suspendidos, elididos,
en la sabia equitación de una vieja práctica.
¿De qué hablás, de qué hablás? Pero si fue ayer...
Fue ayer... Estabas frente al lago de ese río:
qué lejana esa costa, qué neblinosa y mañanera.
Lo tenías todo, no te habías arrastrado en la escoria
de las batallas perdidas antes de empezadas,
no andabas en el orín de estos muertos...
Lo comprendo, no era el Danubio, era el Paraná
que marea porque viene del cielo cerebral, pero aun así...
¿Se justifica la alegre inacción, el pensamiento venteado?
Abeja: la más pequeña de las aves, nace de la carne del buey.
Araña: gusano que se alimenta del aire. Calandria: la que canta la enfermedad y puede curarla. Perdiz: ave embustera.

De Cierta dureza en la sintaxis (Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2008)
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char