sábado, 2 de octubre de 2010

El que me quiera entender

JOSÉ HERNÁNDEZ

(Buenos Aires, Argentina, 1834 -Buenos Aires, Argentina, 1886)

La vuelta de Martín Fierro
(Fragmento)

I

406

Yo he conocido cantores
que era un gusto el escuchar;
mas no quieren opinar
y se divierten cantando;
pero yo canto opinando,
que es mi modo de cantar.

407

El que va por esta senda
cuanto sabe desembucha,
y aunque mi cencia no es mucha,
esto en mi favor previene;
yo sé el corazón que tiene
el que con gusto me escucha.

408

Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sino quien sabe pintar.

409

Y no piensen los oyentes
que del saber hago alarde;
he conocido aunque tarde,
sin haberme arrepentido,
que es pecado cometido
el decir ciertas verdades.

410

Pero voy en mi camino
y nada me ladiará;
he de decir la verdá;
de naides soy adulón;
aquí no hay imitación;
esta es pura realidá.

411

Y el que me quiera enmendar
mucho tiene que saber;
tiene mucho que aprender
el que me sepa escuchar;
tiene mucho que rumiar
el que me quiera entender.

412

Más que yo y cuantos me oigan,
más que las cosas que tratan,
más que los que ellos relatan,
mis cantos han de durar;
mucho ha habido que mascar
para echar esta bravata.

413

Brotan quejas de mi pecho,
brota un lamento sentido;
y es tanto lo que he sufrido
y males de tal tamaño
que reto a todos los años
a que traigan el olvido.

414

Ya verán si me despierto
cómo se compone el baile;
y no se sorprenda naides
si mayor fuego me anima;
porque quiero alzar la prima
como pa tocar al aire.

415

Y con la cuerda tirante
dende que ese tono elija,
yo no he de aflojar manija
mientras que la voz no pierda,
si no se corta la cuerda
o no cede la clavija.

416

Aunque rompí el estrumento
por no volverme a tentar,
tengo tanto que contar
y cosas de tal calibre,
que Dios quiera que se libre
el que me enseñó a templar.

417

De naides sigo el ejemplo,
naides a dirigirme viene;
yo digo cuanto conviene,
y el que en tal güeya se planta,
debe cantar, cuando canta,
con toda la voz que tiene.

418

He visto rodar la bola
y no se quiere parar;
al fin de tanto rodar
me he decidido a venir
a ver si puedo vivir
y me dejan trabajar.

419

Sé dirigir la mansera
y también echar un pial;
sé correr en un rodeo,
trabajar en un corral;
me sé sentar en un pértigo
lo mesmo que en un bagual.

420

Y enpriéstenmé su atención
si ansí me quieren honrar
de no, tendré que callar,
pues el pájaro cantor
jamás para de cantar
en árbol que no da flor.

421

Hay trapitos que golpiar
y de aquí no me levanto;
si quieren que desembuche:
tengo que decirles tanto
que les mando que me escuchen.

422

Dejenmé tomar un trago:
estas son otras cuarenta
mi garganta está sedienta,
y de esto no me abochorno,
pues el viejo, como el horno,
por la boca se calienta.
**
Imagen de Carlos Alonso, 2004.

2 comentarios:

El Viejo @gustín dijo...

me gusto
te sigo,

Gabriela dijo...

Siempre me costó leerlo...
El relato pinta a un pueblo, y de hecho nos hace ser quienes somos...
Es muy raro...

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char