lunes, 25 de octubre de 2010

¿Y por qué tus palabras y por qué las mías?

"La poesía, creo, es un resto del silencio de Dios"


Entrevista a Alejandro Schmidt
Por Viviana Abnur
(enero 2010)
Fuente: Periódico de Poesía de la UNAM


 Nacido en Villa María, Córdoba, Argentina, en 1955, publicó a modo de folletos, plaquetas y libros, más de 30 textos de poesías, entre ellos: Clave Menor (1983), Serie Americana (1988), Dormida, muerta o hechizada (1993), El diablo entre las rosas (1996), El patronato (2000), Silencio al fondo (2000), Esquina del universo (2001), Oscuras ramas (2003), La vida milagrosa (2005), Llegado así (2005), Casa en la arena (2006), Mamá (2007), y Videla (2009). También dirigió entre 1987 y 1991 la revista de divulgación literaria El gran dragón rojo y La mujer vestida de sol, y entre 1990 y 2007, Radamanto, editorial de poesía. Fragmentos de su obra fueron traducidos al inglés, alemán, italiano y dos libros transcriptos al sistema Braile.
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En esta entrevista, realizada en enero de 2010, va un poco de su vida, su mirada, su poesía.
¿Alejandro, cuántos años hace que escribís poesía? ¿Recordás cuáles fueron tus primeras lecturas, tus inicios como escritor?
Escribo poesía desde los 13 años, es decir desde hace 42 años; conservo los cuadernos iniciales, habrá cerca de 5000 poesías hasta el presente de las cuales publiqué cerca de un millar… Lo primero que leí con regularidad fue La Biblia, y después lo habitual para mi generación en el país, fábulas, cuentos, Quiroga, Las mil y una noches, Martín Fierro, Stevenson, Louise May Alcott, Mark Twain, historietas…
Comencé a escribir fraseando las primeras canciones del rock nacional, escuchando, recreando, eso me llevó a la poesía a Rimbaud, Vallejo, Neruda, a leer sobre las religiones de Oriente, a los autores del Boom latinoamericano, a Cortázar, en fin, hasta los 18 donde me incliné más por la poesía argentina, específicamente, Juanele, Molina, Molinari, Mastronardi, Girri, Bayley, Borges… Las lecturas fueron previsibles.

Es frecuente que los autores renieguen de sus comienzos. ¿Te pasa eso? ¿Te reconocés en esos primeros pasos?
Me reconozco en todo lo que escribí, en su torpezas y vacilaciones, en su ceguera y sus muros, todo fue nacido adentro, razón, instinto y extravío.

A la hora de podar un texto, de trabajarlo, ¿con qué criterio decidís qué se queda y qué se va?
La cuestión esencial es la síntesis, decir lo más posible con lo menos posible y cuando eso se alcanza, de algún modo, me preocupo por el ritmo, el fraseo, la respiración… Nunca trabajo en los temas ni los tonos, por la razón de que no los elijo, surgen, eso siempre permanece. Para mí la corrección puede ser prescindible y secundaria; confío en las palabras, en que ellas sabrán decir, al fin.
El concepto de taller, oficio, artesanía me parece bastante detestable… Todas esas cuestiones teóricas que encubren, por lo general, la impotencia o la pata coja de las academias…

Hay un componente religioso muy fuerte en tu escritura. ¿Cómo se conjuga la religión con tu poesía?
Creo en Dios pero sin iglesias ni intermediarios, creo por la tanto en la sacralidad de la vida, la palabra religión me parece que está demasiado ligada a lo institucional, a la antropología, a la historia de la cultura y sus ideas, la poesía toda, creo, es un resto del silencio de Dios, la poesía no está en las palabras, en los poemas y tampoco en los poetas, es una energía que sostiene al mundo y nos atraviesa en momentos excepcionales como autores o lectores.

Como editor no sólo publicaste tus libros, sino que también hiciste durante años un trabajo de difusión de poetas argentinos a través de la hermosa colección Alguien llama. ¿Cómo surgió ese proyecto? Contanos un poco en qué consiste.
Alguien llama, carpetas y cuadernillos de poesía argentina, se editó durante 15 años, se publicaron medio millar de poetas de 18 provincias argentinas y Buenos Aires; estuvieron dedicados exclusivamente a la poesía argentina. Se distribuyó postalmente de forma gratuita por el país y el mundo; jamás acepté suscripciones, ni lo distribuí por librerías, fue una aventura solitaria y maravillosa, como todas las aventuras, y agotadora también. Previamente impulsé, con distinta suerte, seis revistas de poesía, una de las cuales, El Gran Dragón rojo y la mujer vestida de sol, tuvo difusión nacional e internacional. Actualmente desarrollo 13 blogs dedicados en su mayor parte a la poesía argentina e internacional.

¿Cómo llegaste a Videla, tu último libro? ¿Qué repercusión está teniendo?
A Videla lo escribí desde el comienzo de la dictadura militar (1976) hasta la actualidad; cuando se presentó en la Municipalidad de la ciudad de Córdoba, generó polémicas, no tanto, acaso, por los poemas en sí, sino por declaraciones mías en entrevistas gráficas y respuestas vertidas en el acto de presentación; es y será, por un tiempo, un libro bastante incomprendido ya que evita el panfleto y las habituales groserías demagógicas frecuentes en poemarios dedicados a esa época, intenté matizar desde el costado, desde lo enmudecido por la canalla ideológica de todos los signos, en fin, se verá… Algunos de mi títulos como Serie Americana, El Patronato y Casa en la arena pasaron de largo, fueron poco comentados, negados y, curiosamente, pasado un tiempo, comenzaron a ser citados, leídos, releídos, reeditados.
Todos los malos entendidos me alegran y estimulan, me parecen, en definitiva, una señal de salud, de libertad, en los otros y en mí.

Por último, Alejandro, ¿por qué la poesía en este mundo?
¿Y por qué el mundo en la poesía? ¿Y por qué la rosa, los perros en la nieve y por qué el mar a tus pies y el abismo en tus ojos y por qué la luz corriendo en todos lados y este puño en el corazón y estos días manchados? ¿Y por qué tus palabras y por qué las mías?
***
Porsche

voy en un porsche
despacio
a través de los suburbios de atlantic city
voy conduciendo solo en un porsche
tostado
opaco
silencioso

wallace stevens lee sus poemas
por f.m.

es una vieja grabación
de
anabas en el paraíso
así
despacio despacio
hasta el balneario

a menos que consideremos a los borrachines
como miembros de un sistema de productividad neocapitalista
allí
sobre la arena
no hay nadie

a veces me pregunto
cómo viven los otros
cuál es su modo de sentarse
en la necesidad
durante mucho tiempo
descubro
un porsche
sereno/tibio como piel saciada
fue mi necesidad
recorro la playa
hasta las torres Ezra Pound I, II, III

en esa zona hay
gente común
perezosa
intranquila
si voy muy despacio pueden apreciar los caballos vigorosos en combustión
celeste

en la baulera llevo el cadáver de su propietario
un buen hombre
con apreciables tarjetas de crédito
un hombre de tiernos sentimientos
no debió recogerme por la 47 anoche

pestañeaba como una muñeca flou
y decía
plis-plis
al fin
sobre su porsche
bonito
dorado
infiel

uno es distinto en porsche
si elsie me viera
no lo podría creer
no
estallaría antes de creerlo
paro el motor
dejo las puertas abiertas
para que pueda admirarse el tapizado y camino hasta una piedra
inmensa
sola

parece un recuerdo

recordar es malo
irrumpe la miseria
y su encanto rencoroso
queda

ahora el mar
es una canción boba
canturreada por jóvenes melosos
la insoportable libertad del mar

conduzco hacia el centro comercial
veloz
veloz
con las ventanillas cerradas
como un senador

impermeable
implacable

siento que podría rasgar
el espacio tiempo urbano
un porsche
es una máquina einsteneana

pronto todo terminará
y seré una estadística
-frase de novela policial best-seller-
muy pocos son capaces
de arrancarle la belleza a un símbolo
esas miradas en la playa
fueron la máxima caricia que algo puede despertar
ningún dios gozó tanto

voy hacia la vidriera del supermarket como hacia un coito con
gertrude stein

espero decapitarme
abriendo las pantallas de los videos

el porsche ascenderá en fuego
inflamado por el éxito.
***
Por algo será

No están ni vivos ni muertos
están
allá
debajo del farol
en la casita de Dios

yo lo comprendo
(estábamos vivos y muertos)
una patria era el viento

y a vos
cómo te fue con el caudal
y el camalote
de la sangre derramada
aclamada

por algo será

que los llevaban a galpones musicales
y cantaba el jilguero ay! ay! ay!

tarde

tarde
***
Cuidar la rosa

llegan los grandes días del no
¿qué hacías con la rosa
dándola al tigre?

¿cómo volverá
ahora?

ahora es necesaria

no llega solo el no

trae encadenado
al emperador de china
a las dolidas señoras del amor

sus cadenas
despiertan la ansiedad

suda el oro

¿por qué no la guardaste en tu boca
con un gorro lupino
un arcabuz?

sí, claro

atendías la fábula
reías
por la llanura envuelta…

también tienen tus ojos
llaves

los días del no

nos serviría
nuestra rosa

su firme mano

bajo el agua de dios.

(del libro inédito Témpanos)
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Tomado de http://www.periodicodepoesia.unam.mx/
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Para leer más poemas de Schmidt, aquí

1 comentario:

Silvina dijo...

Qué bueno. Qué bueno el porsche!! Gracias.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char