domingo, 29 de enero de 2012

Y las olas rompen como el lunes

Algo más de FERNANDO MOLLE
(Buenos Aires, Argentina, 1968)

Cholo afuera del manual

Cholo afuera,
expulsado para siempre
de la suma de los siglos,
de la historia de los hombres.

Tras el codo, que lo niega
de todos los grabados,
la mano que reescribe los manuales.

Cholo ahora
ya no Nilo,
ya no milenario,
ya no causa o consecuencia,
o imponente arquitectura.

Cholo al margen de los pueblos,
sentado solo en la barra,
mira en la tele el partido,
no influyendo ahora en nada a los romanos.

La playa esta mañana

No porque lo quiera Rinaldi
la marea siempre vuelve a la playa esta mañana.

No parecen faltar granos de arena
y las olas rompen como el lunes.

Pasa la tonina.
Sale el sol contra Rinaldi.
***
DEL QUE LEE Y NO COMPRENDE LO QUE LEE

Patina letra helada impenetrable
mirada doble tuerta del que palpa
palabra con muñón, y eso le aclara:
remota helada tierra es él, si ahoga
la chispa que a durmiente no revive,
y escarcha documenta su bobera.
No letra, mira mancha forastera;
de labio no se entera qué pronuncia,
y ordena cerrar página a la mano.
***
De una mujer poeta


Mujer no está sentada cuando escribe;
las cosas, a su letra, si respiran,
nacidos ojos abren, ya desnudas,
ajenas de su peso, distraídas
del cerco de la idea que liberan.
Mujer poeta loca no está loca:
es sola; cuando niña amada entienda
del pulso que en la idea no perciba,
al peso de lo vivo en tonelada
levante sin balanza que lo mida.
**
Imagen: Hooper silenciero

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char