domingo, 16 de septiembre de 2012

Di, pueril, que los milanos se acuclillan en el palo de la tienda

Otro poema de 
WALLACE STEVENS
(Estados Unidos, Boston, 1879-1955)

Dos figuras en la densa luz

Tanto valdría ser abrazada por el portero del hotel
como no recibir del claro de luna
nada más que tu húmeda mano.

Sé en mis oídos la voz de la noche y de la Florida.
Emplea sombrías palabras y sombrías imágenes.
Oscurece tu lenguaje. Habla, todavía, como si yo no te oyese hablar,
pero hablaste para ti perfectamente en mis pensamientos,
concibiendo palabras

como la noche concibe en silencio los sonidos del mar,
y con el zumbar de las sibilantes compone una serenata.

Di, pueril, que los milanos se acuclillan en el palo de la tienda
y duermen con un ojo observando las estrellas
que caen detrás de Cayo Hueso.

Di que las palmeras son diáfanas en un azul absoluto,
son claras y son oscuras; que es noche;
que la luna resplandece.

Versión de Alberto Girri

**
Two Figures in Dense Violet Light

I had as lief be embraced by the portier of the hotel
As to get no more from the moonlight
Than your moist hand.

Be the voice of the night and Florida in my ear.
Use dasky words and dusky images.
Darken your speech.

Speak, even, as if I did not hear you speaking,
But spoke for you perfectly in my thoughts,
Conceiving words,

As the night conceives the sea-sound in silence,
And out of the droning sibilants makes
A serenade.

Say, puerile, that the buzzards crouch on the ridge-pole
and sleep with one eye watching the stars fall
Beyond Key West.

Say that the palms are clear in the total blue.
Are clear and are obscure; that it is night.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char