viernes, 19 de octubre de 2012

¿En todos pone el cielo un ascua de héroe?


JORGE AULICINO
(Buenos Aires, Argentina, 1949)


Edward Hopper, People In The Sun

La vida detrás de las paredes
y en los antiguos hoteles que frecuenta
la clase media alta
está llena de una violencia que festejan las aves
detrás de las ventanas
como un movimiento de la naturaleza.
 ***
Vejez imaginaria de Pavese

Ahora yo soy el fuerte, yo
el que veía a los hombres como dioses
e ignoraba su crepitantes derrumbes.
El mecánico, el labrador, el piamontés de tierra.
Yo, que pensé que nunca podría hablarles,
y uno se ahogó en vino blanco,
el otro se arrodilló ante el tirano.
Ahora he crecido, y otro chico, tras la ventana,
mira el viñedo y dice: “Mi primo, aquél, me enseñará
cómo callar, ser fuerte, seguro, titánico, solvente”.
¿En todos pone el cielo un ascua de héroe?
***
Guillermo Enrique Hudson

Lo que no había percibido es el polvo.
El polvo del desierto. El que el viento
arroja sobre los cardos y los zapatos.
No había aventurado el auto
que se refleja en los círculos concéntricos
del agua, desde donde acaba de volar un pato.
Lo que no percibí fue el trabajo.
La producción en masa. El altercado
convertido en noticia policial.
La épica de la tierra hecha “sociedad”.
Lo que no vaticiné –pues no vaticiné–
fue la alta máquina en el campo.
El fuel, el almuerzo del peón, la peladura, el lento o rápido
trabajo de la contaminación en donde acaba
¿o empieza?
lo sagrado.

De Escolios (Ed. Ruinas Circulares, octubre 2012)
Imagen: Edward Hopper: People In The Sun, tomada de wikipaintings.org

1 comentario:

Anónimo dijo...

un lujo, si... q solidez... gracias

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char