viernes, 31 de enero de 2014

Con su ajenidad, te empujan a la calle, al vacío

FÉLIX GRANDE
Tomada de www.abc.es

(Mérida, Badajoz, España, 1937-Madrid, id, 2014)

"Todo mi oficio se reduce a buscar sin piedad ni descanso la fórmula con que poder vociferar socorro y que parezca que es el siglo quien está aullando esta maravillosa palabra. Que adviertan que me puse entre los torcidos del mundo para ayudarles a zurcir y defendí a la vida con todo mi terror. Clamar socorro como el nombre de un dios."
**
POÉTICA
Tal como están las cosas
tal como va la herida

puede venir el fin
desde cualquier lugar

Pero caeré diciendo
que era buena la vida

y que valía la pena
vivir y reventar

Puedo morir de insomnio
de angustia o de terror

o de cirrosis o de
soledad o de pena

Pero hasta el mismo fin
me durará el fervor

me moriré diciendo
que la vida era buena

Puedo quedar sin casa
sin gente sin visita

descalzo y sin mendrugo
ni nada en mi alacena

Sospecho que mi vida
será así y ya está escrita

Pero caeré diciendo
que la vida era buena

Puede matarme el asco
la vergüenza o el tedio

o la venal tortura
o una bomba homicida

ni este mundo ni yo
tenemos ya remedio

Pero caeré diciendo
que era buena la vida

Tal como están las cosas
mi corazón se llena

de puertas que se cierran
con cansancio o temor

Pero caeré diciendo
que la vida era buena:

La quiero para siempre
con muchísimo amor.
***
Para envejecer juntos

Para envejecer juntos nos cogemos las manos,
yo miro tu sonrisa, tú miras mi tristeza;
irán saliendo arrugas en mi alma y tu cabeza
y canas sobre nuestros espíritus humanos;

idéntica vigilia caerá en nuestras historias:
ver al tiempo ir cerrando una a una las ventanas,
me sonreirás lo mismo que todas las mañanas
y será como un ramo de flores mortuorias;

tú eres ese recuerdo que he de tener un día,
yo soy esa nostalgia que poblará tu frente
cuando ya sea un anciano, amada, anciana mía;

pienso en ese futuro tranquilo y arrugado
como en dos viejos libros que ya no lee la gente,
con tanto como habrán, en silencio, aguardado.
***
Donde fuiste feliz alguna vez

Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás: el tiempo
habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo
contra el que la ilusión chocará estupefacta.
El tiempo habrá labrado,
paciente, tu fracaso
mientras faltabas, mientras ibas
ingenuamente por el mundo
conservando como recuerdo
lo que era destrucción subterránea, ruina.
Si la felicidad te la dio una mujer
ahora habrá envejecido u olvidado
y sólo sentirás asombro
-el anticipo de las maldiciones-.
Si una taberna fue, habrá cambiado
de dueño o de clientes
y tu rincón se habrá ocupado
con intrusos fantasmagóricos
que con su ajenidad, te empujan a la calle, al vacío.
Si fue un barrio, hallarás
entre los cambios del urbano progreso
tu cadáver diseminado.

No debieras volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan sólo sobrevive
para vengarse en la ilusión, clavarle
su cuchillo desesperado,
morir asesinando.

Mas sabes que la dicha es como un criminal
que seduce a su víctima
que la reclama con atroz dulzura
mientras esconde la mano homicida.
Sabes que volverás, que te hallas condenado
a regresar, humilde, donde fuiste feliz.
Sabes que volverás
porque la dicha consistió en marcarte
con la nostalgia, convertirte
la vida en cicatriz;
y si has de ser leal, girarás errabundo
alrededor del desastre entrañable
como girase un perro ante la tumba
de su dueño... su dueño... su dueño...
***
Acerca de su libro Memoria del flamenco

«El libro tiene tres núcleos protagonistas. En primer lugar, un acopio de datos y de interpretación de esos datos sobre la Andalucía social desde el siglo XVI hasta nuestros días, puesto que es en Andalucía, y dentro de esas fechas, donde se entrelazan todos los elementos musicales, sociológicos y raciales que formarán finalmente el flamenco. Otro núcleo consiste en acompañar a los gitanos desde su salida de la India, su patria de origen, hace miles de años, a su paso por distintos países europeos y en su permanencia en España desde principios del siglo XV. Además, hago un recorrido por la historia conocida del arte flamenco, desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días.» «El libro es, en sentido estricto, un informe, una memoria sobre el flamenco, pero sobre todo porque el elemento fundamental de la capacidad expresiva y comunicativa del cante es la memoria. En el caso de la Baja Andalucía, la memoria de su pobreza secular; en el caso de los gitanos, la memoria de su marginación civil y racial; en el caso específico de la música, que hoy llamamos flamenca, la memoria de abundantes siglos de tradición musical andaluza, lo cual equivale a decir oriental, bizantina, morisca, judía, etcétera. El libro comienza con una soberbia frase de Caballero Bonald: "El cantaor no inventa: recuerda." Hay que tener en cuenta que en el flamenco, como en todo arte profusamente existencial, hay una moral de la memoria y hasta una metafísica de la memoria.»
«Muchas de las páginas del libro están escritas más con el rigor de la pasión que con la pasión del rigor, y a la vez, una tentativa de situar el fenómeno eminentemente musical que es el cante dentro de unas situaciones históricas, raciales, sociales e incluso económico-políticos en que el cante se ha desarrollado. Hay, pues, un trabajo de investigación y, por otro, el pago de una deuda emocional que como disfrutador de música tengo contraída con el flamenco.» Félix Grande arriesga una definición del flamenco. «Me parece espléndida la que ha propuesto José Monleón: "El flamenco es una tragedia en primera persona." 

Fuente: EL PAIS.

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