viernes, 8 de enero de 2016

Florituras de la luz

MOYA CANNON
(Dunfanaghy, Donegal, Irlanda; 1956; hace años reside en la ciudad de Galway)


Remo

Avanza cada vez más tierra adentro
con tu remo,
hasta que alguien te pregunte
qué es eso.

Construye entonces tu casa.

Porque sólo entonces necesitarás decir y saber
que el mar es inmenso e insondable,
que el remo que empuja
contra la ola
y con la ola
es todo.
***
Conduciendo a través de la luz en West Limerick

La Poesía, que supera a la música, 
debe tomar el lugar 
del cielo vacío y de sus himnos. 
Wallace Stevens

¿Qué es la luz que cae sobre nada?
Nada.
Pero esta luz convierte a los árboles mojados en lámparas verdes
y al pasto del borde del camino en un fuego verde
y deja que las colinas de azafrán corran por nuestro corazón
como si el mundo no tuviera fronteras
y como si los arbustos de aulaga húmeda fueran más profundos que el sol.

¿Qué es la luz,
y quién puede sostenerla?
Esta mañana, del otro lado del mar, en una galería
vi una luz sostenida por quinientos años
en el rostro de un ángel:
un momento de sorpresa,
y los siglos se desprendieron
silenciosos como hojas.

Pero los rasgos del ángel
no han sido otra cosa que unos rasgos perfectos
hasta que atraparon la luz
o tal vez hasta que la luz cayó sobre ellos.

Y tratando de imaginarme
qué había sucedido,
bajé del Subterráneo en King’s Cross
y la canción de un acordeón llenó
el profundo hueco metálico de la escalera.
Fue algún descenso del poderoso sol,
buena música
descendida adonde se la necesitaba,
música que supera a la poesía
vuelta a bajar,
el músico callejero con un acordeón rojo
volviendo a contar
sobre Orfeo en Connacht.

Las escaleras mecánicas suben y bajan
llevando a toda la gente
arriba y debajo de una colina
de luz azafranada.
***
Noche

Volviendo desde Cloghane
en la repentina helada
de una noche de noviembre,
fui emboscada
por el río de estrellas.

Desarmada por cielos iluminados
me había olvidado completamente
de este arco de oscuridad,
de esta noche negra
donde las estrellas cinceladas por la helada
eran notas arrojadas desde la caña de un gaitero,
florituras de la luz.

Así que yo no estaba lista
para el atroz glamour de Orión
cuando él emprendió el camino hacia Barr d’Trí gCom
en su cinturón de estrellas.
En Gleann na nGealt
su arco de estrellas
fue dirigido contra mi corazón.

¿Qué podía hacer yo?

Antes que terminar metiéndome en una zanja negra como boca de lobo
bajé dos veces,
me recosté contra el auto
y me quedé mirando nuestro ventoso y desordenado ático
donde los antiguos amontonaron trastos viejos
que pensaron podrían venir bien:
arados, cucharones, osos, leones, un repiqueteo de héroes,
algunas heroínas, un sendero para la vaca blanca, un cisne
y, bien abajo, casi fuera del alcance,
Venus, completamente inmutable con la helada.



Traducciones de Jorge Fondebrider

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char