Robert Gurney
(Luton, Inglaterra, 1939)
El código Da Vinci + The Da Vinci Code
A lo lejos
sobre los acantilados
por encima de la aldea
de Horton
algunas vacas
ampliadas por la luz que engaña,
comen hierba.
En la playa
de Port Eynon Bay
bajo el bosque
donde Dylan se sentó una vez
mujeres hermosas en bikinis
leen un libro
que algunos dicen
está repleto
de mentiras.
***
Góngora en Port Eynon (+ Góngora in Port Eynon)
Estaba sentado en un banco
en el paseo marítimo de Port Eynon
disfrutando del sol y del mar.
En mi portátil encontré el soneto,
“Para una Rosa',
de Luis de Góngora.
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco lúcida estás,
y para ser sin nada estás lozana?
Luego leí que un hombre sin hogar, un homeless
llamado Luis Góngora,
había sido asesinado a tiros
por agentes de la policía en San Francisco.
Un testigo dijo que no representaba
ninguna amenaza para nadie.
Sólo había estado sentado allí
disfrutando del sol
con la cabeza apoyada en una pared
y el rostro hacia arriba.
©Robert Edward Gurney
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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